(Geo)política del Covid-19 en Medio Oriente

Los Estados y las poblaciones de Medio Oriente están luchando contra un enemigo común, el COVID-19, pero es improbable que eso contribuya a impulsar la cooperación regional eficaz y sostenida. 

Irán es el país con más número de muertes (poco más de dos mil) por la pandemia. Teherán culpa a las sanciones estadounidenses por la disminución de su capacidad sanitaria, lo que bien podría ser cierto, mientras Moscú y Beijing ofrecen asistencia. Las poblaciones más vulnerables son las que habitan espacios sin gobierno y en guerra.

En Siria, nueve años de guerra han devastado la infraestructura, la economía y el sistema de salud; ahora, el gobierno de Asad ha tenido que confirmar a regañadientes su primer caso de COVID-19. En la provincia noroccidental de Idlib, alrededor de 900 mil personas viven en alojamientos improvisados y tiendas superpobladas, donde las medidas adecuadas de higiene y distanciamiento social son imposibles. En Líbano, el número de casos confirmados pasó de 177 el 21 de marzo, a 267 dos días después. Egipto ha registrado alrededor de 400 casos y 20 muertes. En Israel, dos mil 170 de personas han dado positivo. En los territorios palestinos ocupados, hay 57 casos confirmados en Cisjordania, la mayoría en Belén. En Gaza, que padece el bloqueo israelí desde hace 15 años, se diagnosticaron dos. Dada la alta densidad de población gazauí, los problemas de acceso a agua limpia y el frágil sistema de atención médica, es probable que un brote a gran escala se propague rápidamente. La posibilidad de que el COVID-19 estalle en prisiones sirias y egipcias superpobladas aterroriza a sus familias. Medidas agresivas en las monarquías ricas del Golfo, como suspender los vuelos de entrada y salida (Emiratos) y cerrar la Gran Mezquita en La Meca y la Mezquita del Profeta en Medina (Arabia Saudita) hasta ahora parecen surtir efecto. 

Aparte de algunos momentos de claridad como el intercambio de prisioneros entre Francia e Irán, en general el COVID-19 ha revelado impulsos nacionalistas o autoritarios. El gobierno saudita ha convocado una cumbre virtual próxima para discutir las consecuencias de la pandemia y una respuesta coordinada. Es el mismo país que abrió el grifo, desplomando los precios mundiales del petróleo a inicios de mes. En Israel, el juicio a Benjamin Netanyahu por corrupción programado para el 17 de marzo se pospuso hasta mayo, y el gobierno ha aprobado dar al Shin Bet la autoridad para rastrear celulares de las personas infectadas. 

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Observamos liderazgos proclives a negar al principio la existencia de una crisis, que luego intentan proyectar la imagen de alguien en control de la situación, siempre impermeables a toda crítica. Ante la crisis global, se evidencian llanamente tanto emociones, personalidades individuales y batallas (geo)políticas. 

POR MARTA TAWIL
INVESTIGADORA DE EL COLMEX
ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX
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