Después de meses de minimizar la amenaza del coronavirus a Estados Unidos, el presidente Donald Trump se presentó la semana pasada como líder decisivo y lleno de promesas de soluciones rápidas, incluso posibles curas.
No es extraño. Se trata simple y llanamente de la necesidad política. La respuesta del país, sea por medidas de gobiernos estatales o de la propia sociedad, ya había rebasado a su gobierno y a sólo siete meses de la elección su postura política comenzaba a ser incómoda.
Los diarios informes públicos desde la sala de prensa de la Casa Blanca, el anuncio de una semicuarentena de 15 días para tratar de frenar la propagación del virus, los reportes sobre el posible uso de poderes de emergencia garantizados sólo en tiempos de guerra...
Todo conjuga bien con la personalidad de Trump que gusta aparecer como "hombre de acción" y "líder decisivo".
Pero no puede abandonar otros aspectos: recomendó remedios, dio un "diez" a su manejo de la crisis y ahora trata de enfrentar la situación económica de la mejor manera posible para sus intereses.
De hecho, se esperan confrontaciones entre el equipo de Trump y los especialistas en salud pública. Para aquéllos, el interés político del mandatario está de hecho en tratar de reanudar la actividad económica lo antes posible, para paliar al menos lo que se espera sea un desastroso año para la economía mundial en general y la estadounidense en particular.
El "show" ha resultado bien, al menos en principio.
Los índices aprobaros de Trump pasaron de 41
a 44 por ciento.
La prensa estadounidense consigna, sin embargo, lo que el medio
especializado politico.com describió como "una situación caótica
en la que los líderes se apresuraron a atender las solicitudes presidenciales
que a veces parecen caprichos mientras pierden el enfoque en desafíos a más
largo plazo".
Se asegura que el gobierno Trump busca ahora formas de cambiar la narrativa de la crisis y que se olviden los tres meses en que recomendó lo mismo salir de casa y gastar que hizo grandes mítines o mantuvo reuniones personales aun cuando algunas personas con las que coincidió, y aun posó para fotografías, resultaron después positivos para coronavirus.
El problema es que la crisis económica ya llegó y que la curva ascendente de la pandemia está en sus inicios y que no hay cura en lugar alguno del mundo.
Cierto que la enfermedad introdujo un enorme obstáculo en la campaña presidencial. El exvicepresidente Joe Biden, al que se considera como el casi seguro candidato demócrata, está poco menos que fuera del mapa, sin acabar de consolidar su candidatura y con incertidumbre respecto a la realización de la Convención Nacional de julio.
Para Trump y su equipo lo importante ahora es la imagen que sus acciones dejen entre los estadounidenses.
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Y quizá menos que enfrentar y superar la pandemia, lo importante sea preservar su imagen política y, por supuesto, sus posibilidades de reelección.
POR JOSÉ CARREÑO
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1
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