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El pacto político EPN-AMLO se tambalea

OPINIÓN

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La famosa frase de “La suerte está echada” se atribuye a Julio César. La habría dicho momentos después de cruzar el río Rubicón con sus legiones. La noche del 11 al 12 de enero del año 49 a.c, se detuvo ante el Rubicón, atormentado por las dudas: cruzarlo significaba cometer una ilegalidad, convertirse en criminal, enemigo de la República e iniciar la guerra civil.

Tras una larga guerra, derrotaría a Pompeyo en la batalla de Farsalia, y éste sería asesinado por esbirros del faraón de Egipto. Tras derrotar nuevamente a los optimates en las batallas de Tapso y Munda, César quedó sin rivales políticos.

El vacío de poder creado por la repentina muerte del triunviro vencedor, motivó la creación del Segundo Triunvirato, con el que nace una dictadura manejada en la figura del emperador e inicia la Roma de los Césares.


En México el primer pacto EPN-AMLO fue la elección del Edomex. Teníamos todo para ganar con la maestra Delfina, era inevitable. Y llegó la orden de quitar a todos los observadores y representantes de una región.


Alfredo del Mazo
—padre— había tenido el puente, y defendió el triunfo de su cachorro. Su hijo ofrecía la gobernabilidad del Edomex y la cohesión del grupo Atlacomulco, jalarían con el proyecto de AMLO y así se dio.

Los primeros encuentros y amarres fueron en el departamento de Peña en Santa Fe. Ahí, los operadores de AMLO cerraron el pacto: sería el primero de varios que le abriría las puertas de la Presidencia. Se prohibieron las marchas y cualquier cosa que dijera que había sido un fraude.

Vendría después el pacto para la Presidencia, AMLO sabía que, como reza un dicho musulmán “si quieres hacer lo que nunca has tenido, tienes que hacer lo que nunca has hecho”: negociar con el Presidente en turno. Y así fue. El pacto fue simple: no agredir a EPN.


Vendría primero, de AMLO, la consulta para juzgar expresidentes; después reviró. Luego el olvido, el borrón y cuenta nueva; ahora, el tema no lo toca ni en las mañaneras. EPN está preocupado, el fracaso de las estrategias de la 4T lo ponen contra la pared. Para AMLO, la popularidad y las encuestas lo son todo.

Peña sabe de qué pata cojea. Desde Madrid arma reuniones, manda líneas, pero le gana la frivolidad y el ego: se jacta ante sus lacayos de que es intocable.

Videgaray se cuece aparte. Él se la jugó con el yerno de Trump —son socios y algo más—, y por ahora es intocable; no necesitó la cobija de EPN.

AMLO tiene varios frentes abiertos. Unos, por pésimas decisiones en política, esos son los peores escenarios y las perores lecturas.

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Regresar la popularidad a AMLO sólo tiene una salida posible: aplicar la Ley, ir por el expresidente y sus secuaces. Será el plan B de pasar a la historia. “La suerte está echada”. Para EPN, si resuelve el Presidente los problemas nacionales creados por ellos mismos, la libra; pero, como dicen en mi pueblo: "ni yendo a bailar Chalma".

POR JOSÉ ÓSCAR VALDÉS
@DRJOSEOSCARV
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