Es difícil discutir que, desde el último fin de semana, nadie, pero nadie, va a invertir un centavo en México. Digo, si ves que una cervecera acuerda con nuestro país construir una planta de 1500 millones de dólares y que luego, mediante una “consulta” en la que no vota ni el 5% del padrón, la cierran cuando había ya había 900 millones de dólares invertidos, seguramente preferirás llevarte tu dinero a entornos menos inestables, como Somalia.
Porque además no, no es la primera vez que esta administración exhibe su nulo respeto por los acuerdos firmados. Lo hizo con Texcoco, como para abrir boca, y así se ha seguido. ¿Inversión privada en la energía eléctrica? Sobre el cadáver del licenciado Bartlett. ¿En Pemex? Rocío preferiría atarse con cadenas a una plataforma antes de permitir eso. Así que ahí ya quedamos mal, como quedamos mal, por ejemplo, con las tabacaleras, que luego de lanzar el uso de cigarrillos electrónicos, descubrieron que habían tirado el dinero a la basura, porque el presidente prohibió esos productos por decreto.
Así es: ante una crisis planetaria de proporciones inéditas, y luego de que nuestro PIB se fue a “menos cero” y de que Pemex perdió 35 mil millones de dólares antes, repito: antes de la guerra petrolera, en ese contexto, sí, el presidente manda el mensaje de que invertir en México es aventar el dinero a la basura.
Y sin embargo, nuestro líder tiene la respuesta. Sabe cómo sanar la economía, sí. ¿Exenciones fiscales? Nah. ¿Eximir del pago de luz, de agua, a los ciudadanos, para no descapitalizarlos? Noup. ¿Políticas contracíclicas? Ay, no mamen. No. La solución es:
Fritangas.
No, no es una metáfora. La salvación del país está en el antojito tan gustado. Este fin de semana, el Primer Mandatario se fue otra vez de gira, a Oaxaca, y apareció, sí, echándose unas garnachas. Desde luego, no se trataba solo de empacarle. Noooo. De lo que se trataba era de dar un ejemplo y de invitarnos a activar la “economía popular”. ¿Cómo? Llevando a la familia a “los restaurán (sic), las fondas”.
Porque sí, está el Coronavirus, pero no nos precipitemos. Al parecer, somos una cultura milenaria, no como los chinos o los italianos, y aguantamos todas las “calamidades”. Así que a la vitamina T, ciudadanas, ciudadanos. A levantar a la patria mientras se cuelga la panza. ¿Que se va la inversión petrolera? No pasa nada: llenemos Santa Lucía de puestos de barbacoa. ¿Que lo de Mexicali ahuyentó a los empresarios del mundo? Hagamos del Tren Maya un “cinturón del suadero”. ¿Qué tal “Los Cabos, paraíso del sope”?
Ya era hora de que tuviéramos un presidente así: que camine entre el pueblo, que se llene los pulmones de los olores de sus fogones, que vea, pruebe y babee sus mejillas, indiferente a la burla de los medios de todo el planeta.
La Cuarta va.
POR JULIO PATÁN
COLABORADOR
@JULIOPATAN09
lctl