El COVID-19 puede ser el mayor reto para nuestra generación. De acuerdo a cifras recientes de la Universidad de Johns Hopkins que rastrea casos registrados de la Organización Mundial de la Salud, más de 300 mil personas a nivel mundial padecen de esta enfermedad. El número de casos con coronavirus está cambiando constantemente, así como la cifra de muertes.
Los países que presentan mayores casos son China, Italia, Irán y España. Vuelos suspendidos, fronteras cerradas y la sociedad en cuarentena (voluntaria o indicada por sus gobernantes), son algunas de las consecuencias que enfrentamos; obligando a gobiernos, empresas y a la sociedad en general, a fortalecer su habilidad para mantenerse aislados y con poca participación económica.
[nota_relacionada id=929340]Sin embargo, una de las grandes cuestiones es ¿de dónde surgió este virus? Científicos y estudiosos del campo de epidemiología señalan que la destrucción de la biodiversidad causada por los seres humanos crea las condiciones para que se propaguen nuevos virus, en especial aquellos que provienen de animales. David Quammen, autor de los libros: Spillover: infecciones animales como la siguiente pandemia y Ebola: historia natural y humana de un virus mortal; recientemente publicó que el hombre es responsable de talar los bosques, destruir el habitat natural de los animales obligándolos a migrar de su lugar de origen, capturar y vender especies en mercados (oficiales e ilegales); resultando en el encuentro de animales que nunca se habían juntado. Bajo palabras de Quamen, estamos sacudiendo los ecosistemas y con ello los huéspedes naturales de los virus, provocando que ahora nosotros seamos los nuevos huépedes de estas enfermedades.
La dinámica mundial bajo la globalización nos convierte en los peores huéspedes de enfermedades, ya que magnifica y acelera el contagio de cualquier virus a una mayor velocidad que si hubiera seguido su curso natural en el reino animal. Ante este panorama, debemos plantearnos una mejor y mayor bioseguridad, es decir, seguridad para todos los seres vivientes, incluyendo animales, plantas y, por supuesto, los seres humanos. Es urgente un cambio en la forma en que consumimos, destruimos y demandamos recursos naturales. Este mensaje que nos hace la naturaleza, está dirigido a todos, especialmente a los comerciantes ilegales, cazadores furtivos, gobiernos y consumidores.
Estamos viviendo un momento transcendental para nuestra sociedad. Los efectos que resulten de esta pandemia, tanto económicos y de salud, tendrán un impacto global que solo podrá ser resuelto a través de una coperación internacional. Es momento de reflexionar nuestras acciones y preguntarnos, ¿cómo podemos aportar?
[nota_relacionada id=929429]Por Ana Gabriela González Alcalá
Coordinadora académica y profesora de Seguridad Internacional, Facultad de Estudios Globales, Universidad Anáhuac México
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