Por si faltaba algo

La contingencia tiene en jaque a pequen?os restaurantes que se resisten a cerrar sus puertas

No se necesita ser economista para percibir que las cosas no van bien; la falta de condiciones adecuadas se siente en el bolsillo de la gran mayoría de los mexicanos. Lo que está pasando nos afecta a todos, pero hay sectores en particular que viven sus horas más amargas; el restaurantero y el prestador de servicios turísticos son algunos ejemplos: si ya de por sí habían visto disminuidos sus ingresos durante el último trimestre, con la llegada de la crisis ocasionada por el coronavirus, COVID-19, están prácticamente en la inanición.

Quiero referirme a las afectaciones que sufre el sector restaurantero, pues a pesar de que las autoridades mexicanas mantienen la Fase I de la contingencia ante la epidemia y no se ha ordenado el cierre de restaurantes, bares, cafeterías o centros nocturnos, es una realidad que la gran mayoría de la gente ha dejado de acudir a los mismos. Hay zonas de la Ciudad de México, donde estos establecimientos lucen desiertos.

Como en todo hay diferencias, están desde las grandes cadenas que han decido cerrar sus establecimientos, teniendo la posibilidad de hacerlo, hasta los pequeños restaurantes que se resisten a cerrar sus puertas, a pesar de las bajas ventas. Son esas unidades productivas las que deben preocuparnos; han tomado la decisión de no suspender sus actividades, no porque no tengan miedo o porque sus negocios sean muy rentables en este momento, no lo han hecho por la sencilla razón de que no pueden hacerlo.

Estos pequeños restaurantes son negocios familiares y en muchos casos la única fuente de ingreso. Sólo en la Ciudad de México emplean a miles de trabajadores, entre cocineros, meseros, repartidores, lavalozas, baristas y cajeros; en muchos casos fueron fondeados mediante créditos o ahorros personales, viven al día y no pueden darse el lujo de dejar de percibir un solo peso, la mayoría de las veces pagan renta y no cuentan con los recursos suficientes para enfrentar sus compromisos sin trabajar.

Aunque se insista en decir que aquí no pasa nada, los pequeños restaurantes están en una grave crisis. Desde hace un par de semanas han visto reducidas sus ventas hasta en 80 por ciento, si no se hace algo para ayudarlos, muchos cerrarán de manera definitiva y miles de personas perderán sus empleos. A la población se le puede insistir en que realice sus actividades de manera normal, pero los clientes tienen miedo y dejarán de acudir hasta que la crisis pase.

Mientras tanto, la renta, los servicios y los impuestos siguen corriendo. Aquí todos somos importantes, pero si no existe un programa de ayuda urgente para estos pequeños y microempresarios, las afectaciones a la economía serán importantes en el mediano y largo plazo, y se condenaría a miles de familias mexicanas a perder su fuente de trabajo.

Es hora de empezar a gobernar para todos y hacer lo necesario, aunque parezca impopular, estamos en una crisis, no en una campaña electoral.

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POR HE?CTOR SERRANO AZAMAR

COLABORADOR

@HSERRANOAZMAR

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