Los pronósticos más negros sobre el avance del coronavirus se han cumplido. Tal como lo alertaron las autoridades de la Organización Mundial de la Salud, la enfermedad se ha propagado.
El mundo tardó tres meses en llegar a los 100 mil casos confirmados, pero en 12 días la cifra se duplicó. No hay que ser un experto para avizorar que dentro de poco ciento de miles de personas serán contagiadas.
Por eso, ojos extranjeros no dejan de ver con asombro lo que pasa aquí. La respuesta que naciones acaudaladas han dado a la crisis no tiene precedentes.
Y mientras algunos países europeos comienzan a ver qué va a pasar después de la pandemia, el contraste de la comunicación oficial mexicana contra toda la información que fluye a borbotones desde el exterior, ha provocado en la población y en algunos gobernantes locales todo tipo de reacciones, desde la indiferencia total hasta el extremo actuar.
Es frecuente que en las conversaciones se pregunten: ¿Qué debemos hacer los ciudadanos? El presidente Andrés Manuel López Obrador ha comenzado a dar señales de la forma en la que su gobierno se prepara, pero la información sigue siendo confusa.
Ayer, insistió en la aplicación del Plan DN-III e, incluso, el Plan Marina, que entran en operación en desastres naturales y emergencias. Dijo que se tienen listos los espacios, el equipo, las medicinas, que hay “todo el dinero que se necesite”, así como “organización, mando y credibilidad”.
Pero la realidad que se reporta en hospitales del Sector Salud es otra. Ayer, algunos trabajadores del Hospital La Raza del IMSS bloquearon parcialmente Circuito Interior para denunciar la falta de insumos para enfrentar el brote. En grupos y chats de trabajadores de institutos estatales la denuncia es la misma.
La preocupación más grande de los expertos es la carencia de unidades de terapia intensiva. La Secretaría de Salud estima que, en una fase avanzada de la pandemia, enfermarán 250 mil personas de COVID-19; de ellas 10 mil 528 irán a terapia intensiva. Pero la capacidad en el sector federal es de cuatro mil 291 camas de terapia intensiva y dos mil 53 ventiladores. No hay sistema público que resista.
La estrategia a corto plazo de naciones como el Reino Unido es reducir los casos tanto como sea posible para evitar que los hospitales se vean rebasados. Cuando un sistema se queda sin camas de terapia intensiva, inevitablemente las muertes se incrementan.
Esa cifra es la que ubicará a México entre el lugar que le corresponde en las naciones que enfrentan esta enfermedad. Y al presidente López Obrador, el tiempo lo colocará en el lugar respectivo entre los mandatarios que manejaron esta emergencia.
A los ciudadanos nos quedará la memoria de cómo, quizá, una vez más, rebasamos a nuestras autoridades. Los extranjeros nos los dicen: hará falta mucha solidaridad.
Creemos que somos expertos en eso. [nota_relacionada id=925345]
POR CARLOS ZÚÑIGA PÉREZ
CARLOSZUNIGAPEREZ@GMAIL.COM
@CARLOSZUP
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