¿Alguien se ha acordado de Rosario?

La respuesta es sí, pero sólo los de Morena. En plena crisis del COVID-19, prácticamente pasó de noche que la Cámara de Diputados realizó un pseudojuicio político a Rosario Robles, cuyo resultado fue condenarla por “actos y omisiones en perjuicio de los intereses públicos fundamentales”.

No importó que en el mismo “juicio” no estuviera presente la imputada ni alguien que la pudiera representar, ya no se diga defender. Tampoco se tomó en cuenta que todavía no existe un fallo judicial al respecto.

Ni para qué decir que, además, si los legisladores habían decidido reunirse, contraviniendo todas las recomendaciones de los expertos de salud del mundo, había cosas mucho más importantes que debatir y legislar. Sobre el mismo coronavirus, por ejemplo.

La “Estafa Maestra” resultó tan evidente que ha sido fácil pensar que Rosario Robles es culpable, aunque sea parcialmente. Sin embargo, siendo un país de leyes (se supone) al menos debe tener la oportunidad de un juicio justo.

Hacer un juicio político en el Congreso, suena más a vendetta política, oportunismo y ganas de aprovechar el otro 
gran distractor llamado coronavirus.

Nadie niega las denuncias penales establecidas en contra de la exsecretaria, ni el objeto mismo de la investigación por una aparente malversación presupuestal, pero insisto, en primer término esto se debería desahogar en las instancias judiciales.

Los diputados quedaron como fustigadores irascibles que sólo requerían terminar de aniquilar a su presa. Cada vez resulta más evidente que todo esto se trata de montar un teatro alrededor de esa persona.

El acto que llevó a cabo Morena en la Cámara baja violentó los derechos de la imputada. Pero, por si esto fuese poco, pareciera que las acciones violatorias a la Constitución emprendidas contra ella pueden circunscribirse a una cuestión de género. Y es que, por ser mujer, su voz no ha tenido peso en todo el proceso.

Haría bien Rosario Robles añadir a su defensa el ingrediente de género que cobra una nueva afrenta por la forma en que ella ha sido tratada. Nótese que la única enjuiciada en este tema es ella y es mujer. Es también la única, de los múltiples acusados del sexenio pasado, que inició en prisión, basada la acusación en una prueba falsa y con un delito para el que se alcanzaba fianza con facilidad.

Ciertamente, la forma en que se está llevando su proceso, especialmente con lo ocurrido en la Cámara de Diputados, en lugar de probar su culpabilidad, crecen las dudas e interrogantes de por qué la saña en contra de ella.

Y como mujeres mexicanas que somos, no permitamos que la pandemia del COVID-19 nuble las luchas que ya comenzábamos a plantear de forma coordinada los pasados 8 y 9 de marzo, incluyendo el trato justo y los procesos judiciales conforme a derecho para las muchas mujeres que hoy se encuentran justa o injustamente en prisión. [nota_relacionada id=924204]

POR VERÓNICA MALO GUZMÁN

VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM 

@MALOGUZMANVERO

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