Pronto caducó la idea en la que hace unos días no era necesario activar el trabajo desde casa o home office, ni suspender actividades grupales. El pasado fin de semana largo ha sido una caja de cultivo que multiplicó exponencialmente los casos que se tenían registrados en nuestro país, sólo el domingo se registraron 29 nuevas personas contagiadas, iniciando una nueva semana con 82, desafortunadamente.
Aunque parecía que en la memoria colectiva estarían frescos y latentes aquellos protocolos de interacción, movilidad y control de la experiencia vivida en 2009, con el virus H1N1, a nuestra población le está costando entrar en modo preventivo.
Las primeras medidas drásticas que nos sorprendieron en China, parecía imposible que llegaran a países como Corea del Sur o Japón. Pero llegaron. Algo similar ocurrió en Europa. Con un mes de diferencia, Italia tuvo que reaccionar de un modo radical. En apenas una semana, lo tuvieron que hacer Francia, España o Alemania, entre otros. Todos los casos fueron precedidos del escepticismo y acompañados por el estupor. Lo cierto es que de la suspensión de congresos se pasó a la de la actividad de las escuelas, las competiciones deportivas, la restricción de movimientos entre ciudades, el normal funcionamiento de los comercios, el bloqueo de poblaciones y regiones enteras, etc.
Necesitamos ser capaces, desde la individualidad, de ayudar a la inteligencia colectiva para extraer rápidamente los aprendizajes de lo vivido antes por nosotros mismos y recientemente por otros, y ahí tendremos la primera de las claves para minimizar el impacto de la pandemia en nuestra salud, nuestra economía y nuestra sociedad.
Momentos como este, dejan ver que la comunicación juega un papel crítico para afrontar de mejor forma este tipo de sucesos que retan la supervivencia de nuestros colectivos sociales. Una correcta estrategia de comunicación puede ayudar a mejorar una situación adversa, misma que, sin estrategia, se puede volver irreversible.
Desde la comunicación de autoridades y empresas, en esa transición vertiginosa, por ejemplo, es conveniente que nos fijemos en la evolución de los mensajes que acompañan a la ejecución. En Europa, ya no se trata de impedir el contagio de buena parte de la población. El desafío es controlar el ritmo al que se produce para que los sistemas sanitarios, económicos y políticos puedan dotarse de los recursos que necesita la gestión de la crisis. Y solo parece posible hacerlo con el ejercicio de la corresponsabilidad por parte de todos y cada uno de los que formamos parte de la comunidad.
Estos días, nos llevan a personas y organizaciones a estar alerta, informados, colaborativos, a no extender la desinformación y, al contrario, a hacer uso eficiente y responsable de las tecnologías que tenemos a nuestro alcance; tanto para mantener la maquinaria económica que nos rodea andando, como para transmitir medidas oficiales que ayuden a salvar vidas.
La experiencia de Asia y Europa nos señala, que sólo a través de portavoces autorizados y de un relato transparente, confiable, bien explicado, al margen de su dureza, es posible gestionar la ansiedad social. La gente lo valora y agradece.
De la misma manera, la ansiedad corporativa crece a través de la cantidad de noticias de alcance empresarial que se generan de manera constante: desplomes consecutivos en los mercados financieros, desabastecimiento de las líneas de producción, necesidad de cierres temporales, posibilidad de despidos, repercusiones legales, cancelación de actos y eventos y el impacto que sector a sector va teniendo cada nuevo caso.
La repercusión real de este desastre, el costo económico que va a suponer en el ámbito empresarial e industrial de cada país es todavía incalculable, pero lo que es seguro es que los que fueron un poco más previsores, los que se anticiparon a los demás y se prepararon, los que tuvieron un poco más de prevención, no solo tendrán muchas más posibilidades de competir, sino que contribuirán de una forma más decisiva a reducir las consecuencias de la crisis que crece sobre el globo.
Tras extraer los aprendizajes, necesitamos una segunda clave: anticiparnos, debemos tomar la iniciativa con sentido de urgencia, especialmente desde el mundo corporativo, y comunicar con eficacia. Las decisiones laborales, logísticas, financieras, productivas y comerciales demandan que las personas de las que dependen las tengan claras y se comprometan a su realización.
Anticipar y preparar cada uno de los escenarios de riesgo a los que se enfrenta cada negocio en relación a cada uno de sus stakeholders para decidir y comunicar se vuelve imprescindible, en un momento donde está en juego, además de la supervivencia de la empresa, la vida de nuestros semejantes.
Rogelio Blanco
Director General de LLYC México y experto en manejo de crisis.