La pandemia del coronavirus pone al mundo en el umbral de su primera crisis verdaderamente global, y negros augurios para el bienestar de una población que parecía habituada a cada vez mejores niveles de vida.
No se trata del desastre distópico de plagas de "zombies" o ni siquiera una gran epidemia que acabe súbitamente con 90 por ciento de la sanidad.
A cambio, la pandemia del coronavirus ha puesto al mundo en camino de una crisis económica, que tendrá costos que diferentes grupos, de Naciones Unidas a Oxford Economics, estiman en millones de millones de dólares y, sobre todo, de enormes problemas en las cadenas de producción y distribución.
Cierto que las estimaciones más recientes, aunque duras, son algo menos severas que augurios iniciales, que estimaban que los daños económicos más extremos podrían llega a cifras como nueve millones de millones de dólares y millones de posibles decesos.
Ese panorama parece moderarse.
Pero el impacto del coronavirus, sobre todo, cambió al mundo como lo conocíamos.
De hecho, al menos según una de las primeras evaluaciones, "la crisis está obligando a una importante reevaluación de la economía global interconectada".
La globalización "no sólo ha permitido la rápida propagación de enfermedades contagiosas, sino que ha fomentado una profunda interdependencia entre las empresas y las naciones que las hace más vulnerables a las crisis inesperadas", señalaron recientemente Henry Farrell y Abraham Newman en la prestigiosa revista Foreign Affairs. "Ahora, empresas y naciones están descubriendo cuán vulnerables son", apuntaron.
Las medidas adoptadas para enfrentar la pandemia incluyen cierre de fronteras y suspensión de viajes internacionales, la puesta en cuarentena de regiones y hasta el cierre temporal de paises. En conjunto, han sido un golpe brutal a las industrias del turismo y vinculadas. Sólo en Nueva York, se espera que el cierre de restaurantes y bares afecte a cerca de 800 mil empleados, mientras la ausencia de visitantes internacionales
La epidemia llega casi al mismo tiempo que algunos movimientos nacionalistas ascienden al poder en varios países y resienten a la fuerza, el impacto de lo que deseaban en abstracto.
El hecho en todo caso es que el coronavirus muestra la fragilidad y aún los peligros de la globalización. En la economía, los expertos creen que sectores con un alto grado de redundancia y la producción ocurre extiende en varios países, podrían superar la crisis relativamente bien. Pero Farrel y Newman consideran que "otros podrían estar a punto de colapsar si la pandemia impide que un solo proveedor en un solo país produzca un componente crítico y ampliamente utilizado".
El problema es que lecciones se deriven de esta crisis, una vez que termine, y que actitudes asuman gobiernos y poblaciones ante la nueva realidad.
POR JOSÉ CAREÑO FIGUERAS
@CARRENOJOSE1
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