Haz tu denuncia aquí

Apuntes rioplatenses del corazón

Así mis apuntes, sirvan de terapia, de honestidad, de chorcha y de reconocimiento

OPINIÓN

·

Me parece hasta trivial escribir algo que no se vincule con la lucha, con un mundo que sufre y con voces de mujeres. Estos días para mí han estado movidos, por ponerlo suave.

He llorado mucho y no es común. Lo hice cantando Canción sin miedo, comiendo caldo de pollo en casa escuchando historias de mujeres violentadas y también entrando y saliendo del Alvear, primero emocionada y luego tristísima ¿Será la edad o he comido pocos tacos? O simplemente, ¿me escuché por dentro?

Pero -y que lo aprecie quien lo aprecie-, nos toca hablar de lo que nos gusta, de sabores, de lo que nos alimenta y además nos hace feliz. Este texto es como de psicoanálisis, ya sé, y es evidente que intercalo sentimientos que han efervescido y que me tienen inquieta.

Hablemos de pimientos. De los que me comí en el Don Julio de Pablo, en el de sus veinte años, en el de Buenos Aires. Sentí mucho imaginando quién los cocinó, por qué los cocinó y qué pensó cuando los cocinó. Así de clavada soy, pensaba yo, mientras en la mesa -de mujeres- las conversaciones eran otras ¿Cómo brillar en un mundo de hombres?, ¿por qué menos mujeres en este restaurante que hombres? Yo opero distinto; seguí pensando en los pimientos.

Migremos al El Preferido de Palermo y esa truchita, ese vitello tonnato y esos tomates. La mesa con la que departí estaba regia, como decían Cristina y su Harry -gente que admiro por echados pa´delante, sonrientes y valientes-. Pero de nuevo, quería también estar cerca de mis hijas contándome cómo se prendieron en la lucha contra la violencia de género, cómo han llorado y cómo se me llena este corazón de orgullo por ello.

Por el talento detrás de ese restaurante, por los amigos chingones y por mis hijas floreciendo justo como a ellas se les ha pegado la gana hacerlo. Gocé lo más que pude. Disfruté esos días rioplatenses de vinos blancos increíbles y de conjuros vascos útiles. Quiero saber más de Chacra, de los White Bones y White Stones de Catena y tomarme muchos -además de otra DP que yo invite esta vez-, con hombres hablando de sus miedos bajo un árbol en Recoleta. Chapeau a los dos, no es fácil.

Me reí mucho con Issa, me encanta su humor, y me faltó tiempo para conversar con Pablo y con Marcos a quienes por muchos motivos hay que aprenderles. Apasionados han sido mis días, colmados y servidos con cuchara copeteada de sensaciones. La murga, la necesidad del mariachi, la cocina honesta y las mujeres que decidieron dejar de callarse.

[nota_relacionada id=907640   ] 

POR VALENTINA ORTIZ MONASTERIO
GASTROLAB@ELHERALDODEMEXICO.COM
@VALEOM

lctl