La Seguridad Nacional es una condición multidimensional que implica la ausencia de amenazas en distintas esferas, desde lo social, político, económico, tecnológico, demográfico, ambiental, hasta el energético; en caso contrario, la presencia de un factor que incida negativamente, compromete la estabilidad de un país.
Uno de los principales componentes de la Seguridad Nacional es justamente el energético, que para ponerlo en su verdadera dimensión, tenemos que partir del hecho de que nuestra matriz energética continuará basada en las próximas décadas en los hidrocarburos; sin embargo, expertos en la materia han advertido que por el ritmo de consumo tan acelerado, se agotarán las mejores reservas de petróleo durante los próximos 10 años.
Por lo tanto, la seguridad energética tiene no solamente una dimensión nacional, sino también global, en ese sentido, la Agencia Internacional de Energía (AIE), la coloca en el epicentro de la geopolítica internacional, denominándola como la capacidad de una economía de satisfacer las necesidades energéticas de manera ininterrumpida y a precios competitivos, en forma dual: a corto plazo, reaccionando de manera eficiente y eficaz a los cambios bruscos de la oferta y la demanda, y a largo plazo, invirtiendo en la exploración y producción de acuerdo con las necesidades de su desarrollo y cuidado del medio ambiente.
Para dimensionar los retos y amenazas en torno a la seguridad energética, recuperemos los hechos que hoy vive Bielorrusia, país dependiente del gas y petróleo que le suministra Rusia.
El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko y su homólogo Vladimir Putin, de Rusia, no han llegado a un acuerdo comercial de carácter energético.
Moscú se niega a mantener el subsidio al precio que paga Minsk por el petróleo y gas. Rusia, para presionar a Bielorrusia, con el fin de que compre los hidrocarburos a precios de mercado, le ha ido disminuyendo el suministro, de esta manera, las refinerías bielorrusas, en enero recibieron únicamente 2.5 por ciento de lo acordado; la reacción por parte de Lukashenko, ha sido la amenaza de tomar el faltante del oleoducto de tránsito, que suministra hidrocarburos de Rusia a Europa, incluso buscará proveedores alternativos aunque sean más caros.
De acuerdo con los analistas, el fondo del asunto estriba en que Bielorrusia se ha negado a una fusión con Rusia a cambio de hidrocarburos baratos; lo que representaría para Putin la oportunidad de convertirse en el líder de un nuevo Estado que se adhiere a Rusia, que junto con los cambios constitucionales que ha puesto en marcha, le permitirían mantenerse en el poder, cuando concluya legalmente su mandato en 2024.
Este entramado geopolítico que se desarrolla al otro lado del mundo, nos recuerda la fragilidad de la seguridad energética, no solamente en el ámbito nacional, sino también en el internacional; pero sin ella, no se puede concebir el desarrollo de un país y tampoco la civilización.
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POR MANUEL RODRÍGUEZ
PRESIDENTE DE LA COMISIÓN DE ENERGÍA EN SAN LÁZARO
@MANUEL_RDGN
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