COLUMNA INVITADA

El Valor de esta Conca

Hay que ser capaz de sobreponerse ante la adversidad. Esto se llama resiliencia y se aprende con la experiencia. ¿De qué estamos hechos? ¿Qué tan duro eres para enfrentar la crisis?

OPINIÓN

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Mauricio Doehner/Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

La pregunta surge después de ganar esta Copa ante estadio vacío: ¿realmente sobrevivimos al 2020? Es el año del COVID-19, y en medio de tanta incertidumbre está la tristeza de haber perdido a un ser querido, lamentar que tuvieses que cerrar tu empresa o que en tu empresa ya no pudieran pagarte tu salario, y la angustia de aprender a vivir con miedo. ¿Qué nos queda? Si vas perdiendo 0-1 sientes que se viene abajo la estrategia planteada.

Hay que ser capaz de sobreponerse ante la adversidad. Esto se llama resiliencia y se aprende con la experiencia. ¿De qué estamos hechos? ¿Qué tan duro eres para enfrentar la crisis?

Este fin de año nos tocó vivir la Final de Orlando, la famosa Concachampions entre L.A.F.C. de Estados Unidos y los Tigres de México. Y en el cuarto intento por ganar esta Copa, el título 

de carácter internacional llega a nuestra sociedad como la mejor noticia de este trágico año 2020. ¿Con qué nos quedamos? De aquí a febrero del 2021, nos quedamos con la alegría que aporta el fútbol a su pueblo, a su gran afición.

Juan Villoro, en su texto “Dios es redondo”, advierte que cada aficionado encuentra en el partido un placer o una perversión a su medida. Ganar la Copa nos produce satisfacción y al mismo tiempo esperanza en tiempos del COVID-19, como lo narra Gabriel García Márquez en El amor en los tiempos del cólera: “el amor se hace más grande y noble en la calamidad”.

Esta vez el fútbol emerge en medio de la tragedia, esa terrible combinación de emergencia sanitaria y retroceso económico, para jugar el rol de catalizador de la crisis que nos toca vivir. Los estadios cerrados se convierten en parte del espectáculo y son el marco referencial de las pantallas. Hoy, el smartphone es nuestro abono, entramos así al estadio digital y su capacidad es ilimitada.

El fútbol es nuestro antídoto del encierro, y como llega narrado no necesita traducción. Los familiares que no podían acudir al estadio, hoy se suman a las transmisiones. El contagio emocional se vuelve inevitable y la sociedad tiene al fútbol como luz al final del túnel.

Está comprobado que cuando gana nuestra epidermis llamada camiseta la productividad de la sociedad se potencializa, al menos por una semana. Claro que nos gustaría multiplicarlo por las 52 que nos marca el calendario anual.

Nada nuevo bajo el Sol y ejemplos hay muchos: el equipo alemán que ganó en Suiza en 1954 fue uno de los principales actores de la recuperación económica y política de un pueblo que apenas levantaba el ánimo social después de la derrota militar y psicológica que les dejó la Segunda Guerra Mundial.

En este año los clubes hemos sufrido al igual que miles de empresas y gobiernos en crisis. Los ingresos han caído un 40 por ciento promedio, los costos se disparan porque todo cuesta más y con la salud no se juega.

A pesar de todo, el fútbol y sus principales protagonistas, los jugadores profesionales, se mantienen al pie del cañón. El espectáculo tiene que continuar y está clara su misión en este panorama hostil y en muchos territorios lo podemos calificar de cruel.

La batalla no termina con esta Copa ni mucho menos con este 2020. Estamos listos para 2021. Planeemos con audacia, pero mas importante ejecutemos con vigor.

Agradecemos a Dios nuestra salud y las bendiciones familiares. El fútbol nos alimenta el espíritu para encarar con todo y cubrebocas, el reto de volver a abrir los estadios, en esta Nueva Realidad. Con fe, esperanza y esta religión llamada fútbol, vamos a salir fortalecidos. 

POR MAURICIO DOEHMER
PRESIDENTE DEL COMITÉ DE DE ENLACE DE CEMEX-SINERGIA DEPORTIVA