LA ENCERRONA

El militarismo de la 4T

Los soldados entregan libros de texto, distribuyen gasolina y medicamentos, serán los encargados de supervisar la dispensa de la (supuesta) vacuna para controlar la COVID-19

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Durante tres campañas presidenciales estuvimos escuchando a López Obrador decir que de las primeras acciones que realizaría cuando fuera presidente sería regresar a los militares a sus cuarteles. Hoy, a dos años de gobierno de la 4T vemos que la realidad no puede distar más a aquella promesa de campaña y que solo quedó en eso, promesas y actualmente tenemos a las Fuerzas Armadas desplegadas en todo el territorio nacional, realizando trabajos de cualquier índole, menos a cumplir el objetivo del ejército.

En este sentido, podemos observar a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), a la Secretaría de Marina (SEMAR) y a la Guardia Nacional (GN), efectuar las actividades más inverosímiles para los cuerpos de seguridad militar. En materia de construcción, el ejército ejecuta las obras del aeropuerto de Santa Lucía, del Parque Ecológico del Lago de Texcoco (en el predio del cancelado aeropuerto internacional), remodelación de hospitales, de varios tramos del Tren Maya y de la refinería de Dos Bocas.

En el sentido operativo, las FFAA se encargan de 2,700 sucursales del Banco de Bienestar,de la administración de Santa Lucía y un nuevo aeropuerto en Tulum, de Puertos y Aeropuertos (lo que valió la renuncia de Jiménez Espriú) y, recientemente anunciado por el presidente, también estarán a cargo de la administración y operación del Tren Maya y dice que los recursos generados se destinarán a pensiones y jubilaciones de soldados y marinos.

Aunado a lo anterior, los soldados entregan libros de texto, distribuyen gasolina y medicamentos, serán los encargados de supervisar la dispensa de la (supuesta) vacuna para controlar la COVID-19, en fin, las Fuerzas Armadas metidas en todas las actividades del gobierno de la 4T. Es claro que los proyectos prioritarios de López Obrador están en manos de los militares y que, por ende, estos no regresarán a los cuarteles en mucho tiempo. Una muestra clara es que, con la desaparición de los 109 fideicomisos, los que se vieron beneficiados con un aumento de más de mil por ciento fueron los fondos asignados a los militares.
Ahora bien, la Guardia Nacional, cuerpo armado que sustituyó a la Policía Federal y de la cual prometieron que tendría mando civil y apoyaría a las policías estatales para combatir al crimen organizado, no efectúa ninguna de estas labores. Su mayor tarea -por encomienda de Trump- es contener a los migrantes centroamericanos para que estos no lleguen a Estados Unidos y también queda claro que no están organizados y que en las entidades federativas no tienen canal de comunicación con las policías locales. Incluso en varios lugares del país no cuentan con las instalaciones ni equipo para llevar a cabo su misión.

Así pues, el militarismo de la Cuarta Transformación nos acerca más hacia un pasado trasnochado que al futuro que merece la sociedad mexicana. En paráfrasis del politólogo español, Manuel Alcántara, lo realizado por López Obrador en cuanto a las FAM da cuenta del típico caudillismo latinoamericano, incluso comparándolo en algunos matices con el venezolano Hugo Chávez. Quizá no sea tan grave como lo plantea Alcántara, pero sí es muy preocupante lo que sucede en el gobierno de AMLO, por un lado es evidente el debilitamiento institucional (gabinete, organismos autónomos, administración pública, organizaciones de la sociedad civil, entre otros) y, por otro el fortalecimiento de los cuerpos militares. Tendremos que estar muy atentos, demandantes y exigentes para que esto no siga ocurriendo.

POR ADRIANA SARUR
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