LA ENCERRONA

Salarios, desigualdad y movilidad social

Más allá de cifras y datos, hablamos de la falta de sensibilidad respecto a la situación salarial en México

OPINIÓN

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Adriana Sarur / La Encerrona / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

Hablar de desigualdad en México se ha vuelto recurrente, pero sin entender su profundidad y sus consecuencias. En el libro de Daron Acemoglu y James Robinson, “Por qué fracasan los países”, hacen un análisis acerca de las causas del por qué algunos países son prósperos y generan riqueza (financiera, tecnológica, educativa o cultural) y otros, simplemente, no. Aluden a la relación origen-destino (en su comparación de los dos Nogales (Arizona y Sonora, sostienen que más allá de características geográficas o de raza, las diferencias existen por el tema cultural y político), desde la manera de conquista, sus distintas Cartas Magnas, la manera de hacer política y, por supuesto, la religión.

En este sentido, en la actualidad mexicana -mayoritariamente católica (83 % en 2010) y sumida en algún nivel de pobreza (66.9 % al finalizar el año, según Cepal)-, seguirá ampliándose la brecha de desigualdad. Aunado a lo anterior, el gran problema que tiene
nuestro país es la nula movilidad social, quien nace pobre, lo más probable es que muera en la misma condición. Y es que nacer en pobreza extrema en nuestro país significa no tener acceso a educación, cultura, empleo formal o alimentación suficiente, lo que permite perpetuar de manera generacional esta condición. De igual manera sucederá con la población que más tiene, puesto que es casi imposible caer en alguna situación de pobreza, ya que el acceso a los beneficios que otorgan poder y dinero se van heredando.

Luego entonces observamos los indicadores correspondientes al ingreso en México y tenemos hallazgos que sustentan el porqué de la inmovilidad social. Conforme a los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi para el tercer trimestre del año, se muestra que el 23.5 por ciento ganan menos de un salario mínimo al día (aún tasado en 123.22 pesos), el 15.1 % de las personas ocupadas perciben entre dos y tres salarios mínimos (entre 7 mil 393 y 11 mil pesos), el grueso poblacional que recibe un salario (33.4 %) gana de uno a dos salarios mínimos, es decir, entre 3,396 y 7,393 pesos, asimismo, solo el 9 % supera la percepción mayor a los tres salarios mínimos (más de 11 mil pesos al mes) y el escaso uno de cada cien recibe un salario mayor a los 38 mil pesos.

Es por esto que las palabras mencionadas por Samuel García causaron tanto estupor: “[...] me he topado con gente que ganan suelditos de 40 o 50 mil pesos y son felices [...]”. Para lograr estos salarios en nuestro país y ya con la reciente aprobación del nuevo monto de 141.7 pesos por cada salario mínimo, se necesitarían 282 salarios mínimos para cobrar los 40 mil pesos y 352 para alcanzar los 50 mil pesos mensuales y, en lo dicho, solo el 1 % de la PEA en el territorio nacional puede acceder a estas cifras. Esto sin ahondar en el grupo poblacional que vive situación de precariedad laboral o informalidad.

Así pues, más allá de cifras y datos, hablamos de la falta de sensibilidad respecto a la situación salarial en México y, por otro lado, por la ausencia de políticas públicas que puedan aliviar esta situación. Seguir invisibilizando la fragilidad laboral que tiene el país,
tributar poco y gastar mal, asfixiar a la iniciativa privada, solo conlleva a eternizar la pobreza y dejar la movilidad social tal y como se encuentra hoy.

POR ADRIANA SARUR
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@ASARUR