COLUMNA INVITADA

La política por encima de la vida

La vida de las personas, en esta pandemia, es un daño colateral de la política y los criterios electorales

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada / Columna Editorial / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Pocos errores pueden ser tan graves e irreparables como subordinar la vida de las personas a criterios político-electorales. Un desprecio por la vida de esta magnitud puede tener consecuencias trágicas como las que estamos viendo en nuestro país derivadas del manejo político de la pandemia.

La defensa y protección de la vida de las personas, bajo cualquier circunstancia, tiene que ser la prioridad central de todo gobierno, máxime de aquellos que se hacen llamar humanistas. Con mayor razón cuando se enfrenta una pandemia de dimensiones inéditas, que está costando cientos de miles de vidas en nuestro país.

Hasta hace algunas semanas, el Gobierno de la Ciudad de México había mantenido el criterio de protección de la vida por encima de otras consideraciones, e incluso, en contraposición de muchas de las directrices marcadas por el presidente y por el subsecretario López-Gatell.

Fue claramente contrastante y simbólico ver a la Jefa de Gobierno usando cubrebocas en sus apariciones públicas, conferencias y videos para redes sociales, mientras el gobierno federal se aferró a la necedad de no promover su uso a pesar de la creciente evidencia científica sobre sus ventajas en la prevención de infecciones.

También había sido acertada la decisión del Gobierno de la Ciudad de intensificar la aplicación de pruebas y utilizar herramientas tecnológicas para identificar y rastrear contagios, muy lejos de la negación y el desprecio que ha mostrado el gobierno federal durante toda la pandemia por un componente indispensable, como la aplicación de pruebas, para detectar casos y salvar vidas.

Esta actitud cambió en la fase de rebrote. El gobierno capitalino prefirió acatar la línea federal en lugar de optar por las estrategias necesarias para proteger a la población. En vísperas del proceso electoral de 2021 y en el peor momento de la pandemia, las autoridades capitalinas decidieron, en sintonía con el gobierno federal, priorizar criterios políticos en lugar del interés público.

La negativa de colocar a la Ciudad en semáforo rojo, cuando la ocupación hospitalaria está rebasando los niveles registrados en mayo, también viene a confirmar lo que todos sabíamos: la irrelevancia, falsedad y absoluta falta de objetividad del mal llamado “semáforo epidemiológico”, que no ha sido más que una salida fácil para simular que el gobierno federal cuenta con una estrategia.

Ahora que nuevamente se ven rebasados por la realidad, es el propio López-Gatell quien ha salido a negar su creación y a declarar la intrascendencia del semáforo, contribuyendo, como lo ha hecho desde un inicio, a sembrar confusión en tiempos donde la claridad y la certeza pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte.

La Jefa de Gobierno pudo, como lo hizo antes, tomar distancia de la irresponsable actitud de las autoridades federales. No se atrevió; mandó al basurero la estrategia de semaforización y los criterios que ella misma estableció para determinar las medidas sanitarias de la ciudad.

Algunos dirán que lo hizo así para no dañar más la economía, y pudiera ser parcialmente cierto, pero la razón principal fue para no afectar al régimen. Porque bien pudo decretar medidas de aislamiento a la par de otorgar apoyos directos y sustanciales a quienes más le afectan estas acciones. Pero ganó el capricho presidencial; en Palacio Nacional no quieren desmovilizar al país porque ello significa desmovilizar políticamente al oficialismo.

La vida de las personas, una vez más, es un daño colateral de la política y los criterios electorales. Ojalá los ciudadanos se den cuenta y le den la espalda a los irresponsables.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
DIPUTADO CIUDADANO EN EL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
@GUILLERMOLERDO