El pasado jueves, un par de días después del día de la elección presidencial, Donald Trump apareció dando un mensaje desde la Casa Blanca. La expectativa era enorme. Las miradas apuntaron hacia él. Las cadenas de noticias en EU comenzaron a transmitir sus palabras. El Presidente se descosió: acusó “fraude electoral”, dijo que el sistema electoral era “corrupto” y aseguró que se estaban contabilizando “votos ilegales” para arrebatarle el triunfo. Ninguna de sus aseveraciones se acompañó de pruebas. Puras palabras. Sólo dichos.
Una a una, casi todas las cadenas noticiosas cortaron el mensaje y lo sacaron del aire. Callaron la voz del Presidente. Los periodistas y presentadores desmintieron las afirmaciones de Trump y explicaron, cada quien a su manera, que no podían seguir difundiendo un mensaje lleno de “mentiras”.
La discusión se desató. Y quizá podríamos tomarla como pretexto para tropicalizarla y abrir una conversación en nuestro país. No sólo es oportuno, sino pertinente.
¿Cortar a Trump fue un acto de censura? ¿Es papel de los medios y periodistas hacerlo? ¿Se vulnera el derecho de las audiencias? ¿Medios y periodistas están obligados a frenar la difusión de lo que se considera “mentira”? ¿O deben contrastar periodísticamente después lo dicho y permitir la transmisión de mensajes? ¿Cuáles son los límites de la libertad de expresión? ¿Los hay?
¿Quién decide qué es verdad y qué es mentira? ¿No debería servir el periodismo justo para buscarla y contrastarla con los dichos de alguien?
¿Deben los medios informar hechos y después comprobarlos? ¿O al revés? ¿Tienen que decidir por las audiencias qué sí y qué no pueden/deben ver o escuchar? ¿Los ciudadanos necesitan que se les tutele? ¿Bajo qué criterio editorial debe omitirse la transmisión de información? ¿Ocultarla es válido en ciertas circunstancias? ¿Cuáles?
¿Se censura cuando se decide no transmitir? A final de cuentas, Trump dijo lo que quería decir. Cada quien decidió difundirlo o no.
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Guardadas las proporciones, en México el presidente López Obrador aparece todas las mañanas un par de horas. Salvo medios oficiales, ninguna televisora transmite la mañanera completa. ¿Deberían hacerlo? ¿Cada criterio editorial está en libertad de discriminar la información, de seleccionar lo que considera útil o no? ¿Lo que es verdad o mentira?
El Presidente a veces dice la verdad completa, a veces a medias y a veces lo que espeta son mentiras absolutas. El tema da para abrir una discusión sobre libertades (de expresión, por ejemplo), derechos (a la información), el papel de los medios y su relación con el poder, y el periodismo, asumiendo que los ciudadanos son mayores de edad y a los medios nos toca contextualizar y profundizar.
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Off the record: Alianzas ya amarradas entre PAN y PRD se cayeron por el tema de género votado el viernes en el INE. La de NL, pende de un hilo. Sobreviven Sonora y Tlaxcala, por ejemplo, donde irían juntos PAN, PRI y PRD, con Ernesto Gándara y Anabell Ávalos, respectivamente. En Baja California crece la posibilidad de que PRI y PRD postulen a Jorge Hank Rhon.
POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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