Dice el Presidente, y dice bien, que los errores en política son criminales. Esto tiene especial relevancia en materia de salud. Todos tenemos un familiar, un amigo o un conocido que vive el drama COVID-19 muy de cerca, en su casa, pagando las consultas médicas, las pruebas clínicas, los tanques de oxígeno y, finalmente, viendo morir a sus seres queridos. Eso es espantoso y no está en las manipuladas estadísticas del gobierno.
Los errores para enfrentar la pandemia son criminales. Es obvio que negar importancia al coronavirus –exhortar a llevar a la familia a comer a un restaurante, confiar en estampitas mágicas y tréboles de cuatro hojas– extendió la duración y la letalidad de la pandemia, provocando muertes que pudieron evitarse. El número oficial avanza hacia los 100 mil decesos, pero los expertos calculan más de 200 mil, lo cual colocaría a México, como el segundo país con más muertos en todo el mundo.
Es criminal la reducción del presupuesto al sector salud. En 2019 y en 2020 hubo recortes. En 2019, el nuevo gobierno aplicó una reducción al gasto de instituciones tan importante como el Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, el Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez y el Instituto Nacional de Geriatría, entre otras instituciones de alta especialidad. En el 2020, en plena pandemia, la Secretaría de Salud tuvo un recorte de mil 884 millones de pesos. No sabíamos entonces, pero lo sabemos ahora, que el Presidente cree en las “limpias” como soluciones a los grandes problemas nacionales.
Es criminal que el gobierno esté echando por tierra las avances logrados en materia de salud en los últimos 40 años. No sólo han corrido del sector salud a profesionales muy experimentados, sino que los han sustituido con fanáticos del presidente. Su única virtud es la lealtad ciega. El ejemplo más acabado es el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, cuya sumisión raya en la ignominia. A cambio, el Presidente le ha ampliado su ámbito de poder, donde acaba de nombrar nuevas funcionarias adictas al credo obradorista. La frase más redituable ha sido: El presidente es fuerza moral, no de contagio.
Es criminal el desabasto de medicinas, la desaparición del Seguro Popular y la sustitución de medicinas de calidad por productos chinos. En estos momentos, muchas clínicas del Seguro Social no tienen vacunas contra la influenza. En muchas otras falta la triple viral. El sarampión es un fantasma en el horizonte. Sigue la escasez de medicinas para niños con cáncer y miles de mujeres pobres se han quedado sin tratamiento para el cáncer de mama desde la desaparición del Seguro Popular.
El Presidente López Obrador tiene razón. Hay políticas públicas que son criminales, pero las sigue aplicando en el sector salud. El daño será de largo alcance y tendrá efecto más allá del sexenio: la esperanza de vida disminuirá. La morbilidad, la mortalidad, la desnutrición y las enfermedades de la pobreza aumentarán. El 2018 será el año de la gran equivocación.
POR FERNANDO HERRERA
VOCERO DEL PAN
@FHERRERAAVILA