“Parece que va a llover
el cielo se está nublando,
parece que va a llover
¡ay mamá me estoy mojando!”
Antonio Matas
Increíble. Se le volvió a caer el sistema. Aunque ahora de otra forma: fue producto de los millones de litros de agua que inundaron Tabasco. Y ante la acusación frontal de Adán Augusto López, gobernador de aquel edén, y la amenaza de presentar denuncias contra la CFE, Manuel Bartlett... no dijo nada.
Tampoco fue necesario. Al tercer llamado del gobernador de Tabasco, el director de la Comisión guardó silencio mientras quien tomaba la palestra de la mañanera para defenderlo fue López Obrador.
Decir que el pésimo manejo de las presas se debió a una mala planeación es no dimensionar el tamaño de las inundaciones. Reiterar que es por la corrupción “por haber construido en lugares bajos en pasadas administraciones” es recurrir al socorrido tema de escurrir el bulto, en este caso el agua...
Después de dos años en el poder, el ejecutivo federal sigue sin afrontar el tamaño de sus responsabilidades. Problemas los había, que ni qué, y por eso se les votó para que solucionaran los mismos y no los usaran de pretexto para no hacer las cosas o hacerlas mal.
El “error de cálculo” no hubiera pasado si se entendieran (y aplicaran) dos acciones básicas: prever y planear. Si ya se sabe que en Tabasco todos los años hay problemas por las lluvias torrenciales, ¿por qué no se previó con mucho tiempo de anticipación ir soltando el agua de forma gradual? De igual forma, era necesario planear cómo se soltaría. Obvio esto es imposible de pedir dado que la ciencia y medición no se entienden con la 4T.
Mientras tanto, el otrora gobernador poblano, ex secretario de Gobernación, nos sigue saliendo carísimo. Con unos costos adicionales que nadie debería de tener que pagar, y menos cuando esos gastos afectan a las empresas que venden más barata la luz de lo que la produce la CFE.
No solo eso. Ya es conocida la necedad de utilizar lo más sucio y contaminante para generar luz eléctrica como es el carbón y el combustóleo. La corrupción ahí generada no es de sexenios pasados, por lo que al respecto la administración federal no dice nada. Y no me refiero a los precios en que se vende el carbón (si bien eso también es corrupción al ser más caro el carbón que las energías limpias), pero el saber que hay formas menos contaminantes de producir energía y empecinarse en usar las que más producen partículas y desechos contaminantes. Eso es corrupción.
No se diga el asunto aquel de multar a las empresas que venden la energía más barata de lo que lo hace el Estado o el tener que pagar más de 8,000 millones para subsanar las desavenencias relativas a los gasoductos, que el propio servidor público generó. Antes funcionaban sin ninguna traba.
Qué lástima que la luz generada por la CFE sólo sirva para alumbrar los claroscuros de su actual administrador. Cada día con más oscuros, un mayor número de apagones, inundaciones innecesarias y poco o nulo conocimiento de las presas. Ya no se diga de las energías limpias y de una obcecada y mal entendida “soberanía”, la cual desde su visión no implica ser autosuficientes a los menores costos y con la menor contaminación.
Supone, en cambio, que un solo grupúsculo monopolice los bienes de la nación y, con ello, se tenga más un sistema que en lugar de mejorar, funcione peor. Y, lo peor, ese otro sistema también se le cayó.
POR VERÓNICA MALO
VERONICAMALOGUZMAN@GMAIL.COM