Era lo esperado. El presidente Donald Trump no aguardó al final del recuento de votos para anunciar su victoria y denunciar que se pretendía un fraude contra el pueblo estadounidense. Pero la verdad sea dicha, no está claro de parte de quién sea el intento.
Trump aseguró que había ganado las elecciones, pero las señales son de una victoria para su rival Joe Biden, aunque menor que lo soñado por los enemigos del mandatario.
El recuento de votos en media docena de estados bisagra proseguía en la costa este del país, con ventajas para Biden o posibilidades de triunfo, que se beneficiaba de una votación por correo, que en estados como Pensilvania rebasó 30 por ciento y aún estaba en contabilización. Pero la renuencia de Trump, esperada y anunciada, no dejó de sorprender a algunos. Y así, sin más, puso a EEUU en una ruta prevista y desconocida: la del conflicto postelectoral.
Trump está convencido de que tiene una posición de ventaja y que el voto del martes le fue favorable. Es probable que tenga razón, era algo esperado: que la votación adelantada y por correo sería más copiosa y favorable a los demócratas que la del martes, promovida por republicanos.
La elección fue cerrada. Mucho más de lo esperado por aquellos confiados en las encuestas que le daban a Biden hasta 10 puntos de ventaja, y la esperanza de una “marea azul” que barriera a los republicanos de la Presidencia y los redujera a minoría en el Senado, como ya lo eran en la Cámara baja. Pero la madrugada del miércoles, como los personajes de la canción infantil, despertaron al caer de la cama.
Nadie tiene idea de lo que sucederá, aunque la certidumbre de un triunfo de Biden es creciente, pero ya antes de la votación se sabia que Trump y sus aliados cuestionarían el resultado, con énfasis en las boletas de votación por correo. Y así lo tratan de hacer. Para ello, pusieron en duda los votos que faltaban por contar la madrugada del miércoles y su intención de llevar el caso a la Corte Suprema, donde Trump es el responsable del nombramiento de tres de los seis jueces que componen la mayoría conservadora. Y en su libro, en sus códigos, esos jueces están obligados con él.
Si la jugada resultará o no es algo que está por verse, pondrá a prueba la solidez de las instituciones y la realidad de la conciencia de muchos políticos. Porque al margen del resultado final, lo que está a prueba es el carácter de este país. Porque lo cierto es que el Presidente puso a EEUU en el camino del conflicto postelectoral con base más a su conveniencia que en cuestiones legales comprobadas.
Los demócratas ya hicieron saber que no se rendirán fácilmente, y tienen razón tanto por decisión política como por situación legal. Faltaban por contar millones de votos, muchos de ellos probablemente a su favor, y aunque no lo estuvieran, tampoco está de más tener la ética de su parte.
Trump vuelve a denunciar un fraude, basado menos en hechos que en la convicción de su encanto y la necesidad de permanecer fuera del alcance de problemas legales, aunque para ello profundice la división de este ya polarizado país.
POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS
JOSE.CARRENO@ELHERALDODEMEXICO.COM
@CARRENOJOSE1