Ayer circuló una fotografía del jeque Mohammed bin Rashid Al Maktoum, de Dubai, mientras recibía la inyección de una vacuna contra el coronavirus desarrollada por China. Otros doce ministros de los Emiratos Árabes Unidos ya la habían recibido con antelación. En ese país han muerto menos de 500 personas por el virus.
Al tiempo en que esto ocurría, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) anunciaba, a través del canciller Marcelo Ebrard, que México ha iniciado los estudios de Fase III de la vacuna de la empresa china CanSinoBIO, con miles de voluntarios que se sumarán a esta etapa. Es la primera vez que se realiza algo así en el país.
Si bien es cierto que es una gran noticia que estemos entrando en la etapa de disponer de la vacuna en el planeta, también lo es que casi nada se sabe de los seis proyectos para desarrollar una vacuna mexicana que se anunciaron en agosto pasado. A estas alturas cabe preguntarse quién, en su sano juicio, esperaría que una innovación global de ese calibre surja de los laboratorios y de las empresas farmacéuticas mexicanas. Ojalá me equivoque, pero dudo que alguna de ellas se anticipe a las vacunas internacionales.
Esta tragedia de la ciencia nacional refleja tres realidades. La primera es que los canales de colaboración entre las comunidades científica y empresarial están rotos. La segunda es que los famosos fondos que solían darse para desarrollos científicos a través de los fideicomisos arrojaron nimios o tardíos resultados. La tercera es que México continúa siendo un país seguidor y no hay visos de que esto cambie.
Que nos quieran vender como un gran logro científico mexicano que participamos en la Fase III de una vacuna es un alimento a las fantasías nacionales. Esas fantasías han orientado equívocamente la mente de muchos, que piensan que nuestros ingenieros son inigualables, que a nuestros atletas no los alcanza nadie, y que nuestros científicos tienen aportes trascendentales que nadie más había imaginado.
Como reza el dicho popular, México —y particularmente este gobierno— debe ‘bajarle tres rayitas’ a su pretensión de ser un glorioso ateneo científico y tecnológico global del siglo XXI. Nuestra capacidad ha quedado reducida a pagar pronto el pedido; a coordinar que la Cofepris no traspapele los registros de la vacuna; y a reportar en las noticias cómo, en los países donde apenas hubo algunos centenares de muertos, ya hasta los jefes de estado se están vacunando.
DIAGEO
La empresa de bebidas alcohólicas que dirige Renato González dijo que abre a todos los bares y restaurantes del país su programa de apoyo denominado Raising the Bar, a través del cual auxiliarán a esas empresas a digitalizar su menú, recibir materiales útiles en los servicios para llevar y hacerse acreedores de mobiliario para bares móviles.
POR CARLOS MOTA
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