La pandemia por covid-19 evidenció el resultado de 36 años de neoliberalismo, modelo que saqueó y quebró instituciones, empresas públicas y bienes nacionales en beneficio de unos pocos, esos que ingresaron a la popular lista de los multimillonarios con bienes públicos y todo a favor. Ejemplos hay muchos y muy bien documentados, por lo que no se trata de “creer” sino de leer.
Así como hicieron con las telecomunicaciones, saquearon y quebraron las instituciones encargadas de la salud pública y la seguridad social para privatizarlas, ¿o por qué, si el camión de las papitas podía llegar hasta el último rincón del país, no llegó el Estado para cumplir con su responsabilidad de hacer posible que todas y todos ejerzamos nuestros derechos a la salud, la educación, el trabajo, la vivienda digna, el deporte y el esparcimiento, por citar los más obvios?
No llegaron porque no era negocio, y no servía para saquear ni malbaratar.
En lugar de invertir en el desarrollo social, el neoliberalismo fabricó multimillonarios, y es por eso que esta pandemia afecta más a sectores históricamente ignorados y desprotegidos: mujeres y personas en condición de pobreza.
Por ejemplo, de marzo –cuando se comenzaron a aplicar medidas sanitarias, a agosto –dato más reciente del Inegi–, la tasa de desocupación de las mujeres aumentó 72 %, mientras que la de los hombres creció 60 %. Se estima que en el sector informal se perdieron 10 millones de empleos, seis de cada diez eran desempeñados por mujeres.
Y entre quienes no perdieron el empleo, la situación tampoco ha sido fácil.
El trabajo a distancia exige la autorregulación y se asumen responsabilidades laborales que le corresponden al patrón. No solo se paga por la conexión a internet, telefonía y energía eléctrica, además se asume la responsabilidad en caso de falla, por no mencionar el aumento de estrés y la posibilidad de riesgos para la salud mental que provoca desdibujar las líneas entre la jornada laboral y el tiempo libre.
Por otro lado, un gran número de personas se ve forzada a desplazarse por trabajo, lo que actualmente representa un riesgo, incluso mortal. Además de los obvios trabajadoras y trabajadores de la salud, entre los más expuestos están quienes realizan servicio público o del sector servicios, y no son precisamente quienes mejor salario reciben.
Esta pandemia nos exige replantearnos el modelo económico, comunitario, social y político que debemos seguir y un primer paso es la organización social. Si trabajamos con nuestras vecinas y vecinos en la solución de problemas comunes, será más sencillo un cambio social.
Tenemos la oportunidad de trabajar todas y todos en beneficio común o seguir fabricando multimillonarios a partir de los recursos, bienes, instituciones y empresas públicas que nos quedan. Cada quien decide.
POR CIRCE CAMACHO
@CamachoCirce