COLUMNA INVITADA

COVID-19: tres de mil batallas

Todo empieza con la confirmación: allí están esas pequeñas e inmensas letras que se leen de golpe y te dicen de frente y sin matices: positivo

OPINIÓN

·
Mauricio Farah / Todos Somos México / Columna InvitadaCréditos: Especial

Del dolor

Había sido escrito en el primer testamento del hombre:

no lo desprecies porque ha de enseñarte muchas cosas.

Hospédalo en tu corazón esta noche.

Al amanecer ha de irse, pero no olvidarás

lo que te dijo desde la dura sombra.

Jaime Sabines

Entre tanto sufrimiento y penas que ha causado el COVID-19 en cientos de miles de familias mexicanas, estoy consciente de que la lotería que a mí me ha tocado es menor, y que si acaso tiene algún sentido compartir mi experiencia, es porque espero que pueda ser de utilidad para alguien.

Todo empieza con la confirmación: allí están esas pequeñas e inmensas letras que se leen de golpe y te dicen de frente y sin matices: positivo. Es apenas el preámbulo. La imaginación se dispara y la angustia comienza a repetirte, sin parar y sin piedad, rumores, historias, noticias y cifras; muchas cifras, empezando por la de los muertos.  Soy afortunado, el virus cedió en 15 días y tuve síntomas moderados. Escalofrío, dolores de cabeza, temperatura alta, arritmia, taquicardia. A veces uno a uno y a veces dos o tres al mismo tiempo. 

Entonces viene la primera batalla, la física. Sí, todo lo que tanto has leído y oído es real. Es real lo que te contó un sobreviviente, lo que le escuchaste a un especialista y lo que leíste la semana pasada, todo lo cual te parecía tan lejano y tan ajeno.

Son malestares y dolores que soportarías sin protestar en otras circunstancias, pero que en tiempos de pandemia no sólo te agobian con su realidad de hoy sino con la incertidumbre de mañana.

¿Hasta dónde llegará la pesadilla? ¿Se agudizarán los síntomas? ¿Otras personas, que terminaron falleciendo, empezaron igual? Y luego viene esa larguísima noche, que atraviesas afiebrado.

Esta es la segunda batalla: la mental. Estás en mitad del océano y nadie puede decirte si llegarás a alguna orilla y menos a cuál y cuándo. Y aunque te lo digan, eres escéptico. Para los buenos pronósticos y para los malos. La tercera batalla es la de las dudas: ¿Ya le avisé a todas las personas con las que estuve cuando no sabía? Suspenso de largos días: que no haya contagiado a nadie: personas queridas, amigos, compañeros de trabajo. Frente al COVID-19, tres batallas son pocas. Fui afortunado, como deseo que lo sean los que lleguen a contagiarse. Todos podemos contagiarnos hoy y contagiar a otros sin saberlo, y podemos transitar de incipientes síntomas a terapia intensiva y a lo que siga.

La responsabilidad social es indispensable. O nos cuidamos y respetamos todos, o la pesadilla seguirá creciendo hasta que de alguna forma todos tengamos que ver con la expansión del virus y con la muerte de alguien, incluso de alguien muy querido.

 

POR MAURICIO FARAH
MAURICIOFARAG@HOTMAIL.COM
@MFARAHG