Línea Directa

Contar muertos

Es importante convertir el número en algo vivo que desapareció por omisión

Contar muertos
Ezra Shabot/ Línea Directa/ Opinión El Heraldo de México Foto: Foto: Especial

La aplicación de la estadística a las ciencias sociales ha sido un tema de debate fundamentalmente a partir del tema del peso y la interpretación que los números deben tener en el momento de analizar determinado fenómeno. Lo cierto es que sin cuantificar la realidad, es imposible demostrar si tal o cual proceso histórico verdaderamente tuvo un impacto determinado en la vida de la sociedad.

Por supuesto que el enunciado: “los números hablan por sí mismos”, no se sostiene a partir de la posibilidad de manipular los datos, al no contar con una sólida teoría que explique el cómo y el porqué de esa cuantificación. Pero la necesidad de contar, medir y explicar a través de ellos la realidad, es indispensable para entender lo que sucede en el mundo.

Cuando una pandemia como la del coronavirus se extiende por todo el planeta, la necesidad de contar el número de contagiados y fallecidos tiene un doble propósito. Primero, entender la magnitud del problema, su ubicación y los riesgos que se corren por un incremento significativo de casos, y segundo, la necesidad de convertir esos datos en personas y casos concretos que eviten la deshumanización de la tragedia.

Se equivoca López Gatell al acusar a los medios de escandalizar a la sociedad por divulgar las cifras marca.

Los 80 mil, 90 mil o 100 mil muertos, representan no solamente la expresión de un fracaso rotundo de la estrategia gubernamental y la responsabilidad de aquellos que insisten en considerar que se hizo lo que se pudo contradiciendo las medidas que la ciencia proponía para evitar esta catástrofe, sino también el intento por mantener vivos los nombres y las historias de aquellos que murieron por la negligencia gubernamental.

“Toda persona tiene un nombre”, es la consigna del recuerdo a las víctimas del Holocausto judío durante el nazismo. Es el rechazo a olvidar que cada fallecido no es únicamente un número, sino una cifra que hay que transformar en un ser real.

Por eso es importante contar y convertir el número en algo vivo que desapareció por acción o por omisión de una autoridad. La expresión “los que fallecieron, fallecieron”, no es únicamente producto de la estupidez humana, sino de un intento de deshumanizar a aquellos que por ineptitud y negligencia se les dejó morir.

Seguiremos contando contagios y muertes no sólo como una práctica informativa, sino para podernos explicar cómo fue posible que una acción criminal generase la pérdida de vidas humanas que el Estado mexicano debió haber evitado y no lo hizo. Si algunos les gusta utilizar el término “crimen de Estado”, éste es un buen ejemplo de ello.

POR EZRA SHABOT
EZSHABOT@YAHOO.COM.MX
@EZSHABOT

 

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