COLUMNA INVITADA

La no intervención es no intervenir

Trump tiene todo el derecho de impugnar la elección en estados que considera que hubo fraude electoral, pero que no quede duda, no cambiará el resultado de la elección y se convertirá en doble perdedor

OPINIÓN

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Lila Abed / Colaboradora / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Foto: Especial

El presidente electo de Estados Unidos es Joe Biden y el presidente en turno no concede la elección. El país se encuentra envuelto en una crisis política que pone en riesgo la transición pacífica del poder, una norma no escrita respetada desde 1792, y la estabilidad interna de la primera potencia mundial. El candidato demócrata ganó el voto popular por más de cinco millones de votos y supera los 270 votos en el Colegio Electoral para convertirse en presidente electo.
 
En mi columna del 13 de octubre en El Heraldo, argumenté que, si no había un resultado abrumador para Biden, se abriría la caja de Pandora. A más de una semana del día de la elección, la caja está bien abierta. El presidente Trump se niega aceptar su derrota, alegando que hubo fraude electoral y que le robaron la elección, aún cuando ningún estado tiene evidencia de ello. Incluso, la Agencia de Inteligencia federal publicó un comunicado esta semana que la elección fue la más segura en la historia de Estados Unidos. Sin embargo, con los más de 70 millones de votos que consiguió el mandatario estadounidense y con el apoyo de la cúpula del partido republicano, insiste en que ganó, paralizando la transición administrativa que tradicionalmente se le da al presidente electo.
 
Trump tiene todo el derecho de impugnar la elección en estados que considera que hubo fraude electoral, pero que no quede duda, no cambiará el resultado de la elección y se convertirá en doble perdedor. Es improbable que pueda ganar las demandas que presentó en cinco estados, ya que no cuentan con evidencia de fraude electoral. Existe la posibilidad de que estados como Pensilvania y Michigan, que cuentan con mayorías republicanas en legislaturas locales se nieguen a certificar a los electores de Biden si consideran que el voto popular es ilegítimo para sustituirlos con electores que apoyan a Trump. De nuevo, es muy difícil que esto ocurra.
 
Mientras tanto, México queda como uno de los pocos países que no reconoce a Joe Biden como presidente electo. Si el presidente Andrés Manuel López Obrador se quería esperar para felicitar a Biden hasta que se agote el proceso legal, utilizando el pretexto del principio de política exterior mexicana de la no intervención, debió de haberse callado, sin hacer referencia a la elección de 2006 cuando le robaron su triunfo en México. La interpretación de su mensaje para los demócratas es que valida el discurso de Trump de que hubo fraude electoral. Esto es favorecer a un candidato, esto es tomar una postura, esto es intervenir y a los demócratas no se les olvidará. La relación bilateral no se terminará, eso es una exageración, pero el gobierno de Joe Biden puede subirle el tono a temas que podrán incomodar a la 4T. Si la tirada de AMLO era utilizar la coyuntura para mandar un mensaje claro a sus opositores en México, se ganó el desprecio del próximo presidente de Estados Unidos.

POR LILA ABED
POLITÓLOGA E INTERNACIONALISTA
@LILAABED