Los pleitos parecen el sello de la casa en la 4T. Pleitos en el gabinete entre alas: moderados vs. radicales. Pleito entre quienes se van del gabinete, despotricando, de Germán Martínez a Carlos Urzúa, pasando por Javier Jiménez Espriú y Víctor Manuel Toledo. Pleitos por la dirigencia de Morena. Pleitos por la conducción de programas en la televisión pública. Pleitos por el reconocimiento o no del triunfo de Joe Biden, en EU. Y pleitos, también en la tragedia, en plena emergencia.

En Tabasco hay casi 160 mil damnificados por las lluvias y el desfogue de la presa “Peñitas”, pero solo 9 mil personas en albergues. 150 mil tabasqueños viven entre inundaciones, con el agua al cuello y a la intemperie, pero no quieren dejar su hogar, y lo poco que les queda, ante el temor de la rapiña, robos y saqueos.

Las autoridades les fallaron en la prevención, en la contingencia y ahora, también, en su seguridad y el cuidado de sus bienes.

En plena emergencia, los políticos están más ocupados en pleitos y grillas. Con el agua anegada, se mandan decir cosas a través de los medios de comunicación o vía redes sociales. El choque lo protagonizan el titular de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett, y el gobernador de Tabasco, Adán Augusto López. Se sientan a la misma mesa, pero no se miran. Acuden a las mismas reuniones, pero no se hablan.

Bartlett asegura que le da risa la denuncia del Estado de Tabasco por el desfogue irresponsable de la presa; López no lo baja de cínico y acusa “negligencia criminal”.

¿Y los tabasqueños? Deberán esperar a que termine el pleito.

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Lo que en campaña era fortaleza, hoy es debilidad. Si en la búsqueda del voto cabían todos; en el ejercicio de gobierno la disputa es feroz. En el centro y periferia del equipo del presidente López Obrador se acumulan los choques. El conflicto amenaza no solo con paralizar al gobierno, sino con atropellar al presidente que, con frecuencia, queda en medio de fuegos cruzados. 

Ante la fallida oposición partidista, los contrapesos conviven en el seno de la 4T. Lo que antes unió el deseo de triunfo en torno a la figura de AMLO, hoy lo rompe la lucha por el poder. La reyerta tiene varias estampas, y en el camino, se acumulan las crisis.

AMLO hace malabares para mantener la cohesión –artificial- dentro de un equipo fracturado. Escucha a unos y otros, pero, dice, “yo soy el que decide (…), soy el responsable del resultado final” (06-08-20). El asunto es que sus decisiones van generando daño. El pegamento que entonces representaba el candidato, se desgasta. 

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La situación va colocando al presidente, cada vez más, en una posición desde la que deberá ir tomando definiciones. ¿Tiene certeza de la dirección en que conduce? Si lo sabe, sabrá también que no todos quienes comenzaron el viaje con él, llegarán al destino acompañándolo. A veces es mejor viajar ligero.

 

POR MANUEL LÓPEZ SAN MARTÍN
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