La llegada de un nuevo gobierno a la Casa Blanca ha creado expectativas de cambios en la política exterior de Estados Unidos. Para México, seguir el pulso de estos posibles virajes es particularmente relevante, de cara a nuestro principal aliado y socio comercial.
En un reciente artículo publicado en Foreign Affairs, el propio Joe Biden delineó sus prioridades de política exterior. Tal vez la más representativa es recuperar una diplomacia multilateral, en la que EU vuelva a participar activamente como líder del orden democrático–liberal global, en contraste con la actual política aislacionista.
El exvicepresidente planteó convocar a una Cumbre por la Democracia, sumando aliados históricos (como Europa) y nuevos (en América Latina y África), para promover activamente los valores democrático-liberales. Este bloque sería una respuesta al surgimiento y crecimiento de regímenes iliberales de corte autoritario en todo el mundo.
Biden habla de recuperar esfuerzos internacionales para atender problemas conjuntos, marcadamente el combate al cambio climático, para lo cual, entre otras cosas, regresaría al Acuerdo de París. Asimismo, plantea recuperar las agendas de cooperación para el desarrollo, como la Alianza para la Prosperidad en Centroamérica. En materia de seguridad, podemos esperar una vuelta a los mecanismos multilaterales para contener amenazas regionales y globales, el ejemplo más claro de ello sería que EU retome su participación en el acuerdo para evitar que Irán desarrolle armas nucleares.
No obstante, un cambio de gobierno no significa un cambio total de políticas, pues muchas de ellas tienen causas más estructurales que ideológicas. Así, también podemos esperar que continúen algunas medidas puestas en marcha por el presidente Trump. Un ejemplo es el conflicto con China en sus diversas aristas (comercial, político, tecnológico). También es probable que, si bien mejoren las relaciones con la OTAN, EU no quite el dedo del renglón sobre la necesidad de que sus socios europeos contribuyan más al esfuerzo de seguridad colectiva. La novedad será probablemente la postura frente a Rusia a quien Biden, a diferencia de Trump, considera una amenaza para el orden democrático-liberal.
Para México, la eventual llegada de Joe Biden a la presidencia abre la posibilidad de reencauzar la relación bilateral hacia sus mecanismos institucionales, además de revitalizar la agenda en distintas áreas, como la migración, la protección ambiental, el control del tráfico de armas y el debate sobre las drogas como un tema de salud, posiciones que favorece el nuevo presidente.
En principio, esto podría representar una ventaja para nuestro país; no obstante, debemos tener presente que EU tiene sus propios intereses, que no necesariamente coinciden con los de esta administración, como en el caso de las energías limpias. Esto no necesariamente vaticina un conflicto, pero una relación bilateral más activa requerirá también más trabajo diplomático para concertar acuerdos en favor de las dos partes.
La política exterior del demócrata abre oportunidades que México puede aprovechar. Sin embargo, sería ingenuo pensar que todas se cristalizarán en los hechos a partir del próximo 20 de enero. No se trata de dar por sentado que las cosas cambiarán por simple inercia, se trata de saber hasta qué punto podrían cambiar, si se dan las condiciones y si se trabaja por avanzarlas.
POR CLAUDIA RUIZ MASSIEU
SENADORA DEL PRI
@RUIZMASSIEU