AYER PENSABA DISTINTO

Silenciar a cualquier costo

Lo que pasó esta semana en Quintana Roo es una muestra alarmante de ese esfuerzo sistémico por silenciar, que sigue creciendo de nivel y que parece no tener límites

OPINIÓN

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Fernanda Caso / Ayer pensaba distinto / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: FOTO: Especial

Matan 10 mujeres al día, pero el problema para el gobierno son las protestas. No importa que las mujeres salgan a la calle con miedo, que muchas no vuelvan, que encuentren sus cuerpos en bolsas de basura, el problema siempre son ellas y su forma de exigir justicia. La indiferencia inicia con el presidente, pero afecta por igual a gobernadores y alcaldes.

Todos quieren seguir hablando de sus propios proyectos, sus construcciones y sus programas y están decididos a hacer callar cualquier voz que distraiga la atención. Las protestas feministas han resultado ser muy incómodas para el discurso gubernamental de la esperanza y, por tanto, hay que silenciarlas.

El silencio como política pública y como estrategia de comunicación. El silencio como medicina ante la crisis de violencia. El silencio a toda costa, aunque conseguirlo requiera estigmatizar a quienes se organizan contra el poder o cortarles el paso antes de llegar a la plaza pública, como sucedió en CDMX hace unas semanas. Aunque requiera minimizar el dolor, como hace todos los días López Obrador desde el púlpito. Aunque requiera detener de manera arbitraria y con violencia a quienes protestan, como hicieron los policías de Jalisco y de Chihuahua, o aunque haya que torturar y agredir sexualmente a las manifestantes como sucedió en Guanajuato.

Lo que pasó esta semana en Quintana Roo es una muestra alarmante de ese esfuerzo sistémico por silenciar, que sigue creciendo de nivel y que parece no tener límites. Las imágenes del abuso de la fuerza por parte de cuerpos de seguridad en Cancún, contra
mujeres que reclamaban por la muerte de Bianca Alejandrina, son escalofriantes.

¿Quién en su sano juicio planeó semejante despliegue? ¿Cómo llegaron a la conclusión que la respuesta adecuada para el manejo de una protesta eran policías con armas de alto calibre, flanqueados por la Guardia Nacional, autorizados para a disparar
indiscriminadamente a periodistas y manifestantes? Los gobernantes han salido a deslindarse, dicen que nadie dio la instrucción… tal vez lo que este episodio revela es que ya ni una instrucción es necesaria, porque la policía en nuestro país sabe que silenciar es lo que se espera de ella.

Ojalá todos esos policías que aparecieron en las protestas, estuvieran dedicados a buscar al responsable de la muerte de Alexis. Tal vez no habría marchas ni pancartas ni un enorme coraje con ganas de quemarlo todo, si los gobernantes no pensaran en los
feminicidios solamente cuando hay disturbios. O si el presupuesto público para el próximo año reflejara una conciencia real del problema y un compromiso para cambiarlo; si desde el poder se estuviera impulsando el apoyo a los refugios, campañas nacionales de concientización en medios y escuelas, y recursos reales para capacitar policías, ministerios públicos y jueces en materia de violencia sexual y de género.

En nuestro país puede faltar presupuesto para todo, pero el costo de silenciar… ese nunca parece ser demasiado alto.

POR FERNANDA CASO
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@FER_CASO