En 2018 vivimos una jornada electoral sin precedentes, y Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el Presidente electo con mayor votación en la historia de México, lo que renovó la esperanza de la sociedad en un futuro promisorio y la confianza en nuestras instituciones, en la democracia y en el poder popular. Luego de décadas de lucha constante, la izquierda mexicana logró agruparse en torno a un proyecto alternativo de nación que surgió directamente del diálogo con los distintos sectores de la sociedad, e hizo imposible otro fraude electoral con el voto masivo de la ciudadanía.
Con la victoria de aquel año, se logró renovar al Congreso de la Unión y, en total, tres mil 416 de elección popular, pero en la estructura gubernamental persistieron muchos puestos más que exigen un cambio, pues forman parte de la resistencia a la transformación y de las inercias a vencer para lograr que la 4T llegue a cada rincón de la República. Como lo ha dicho el Presidente, para que lo nuevo termine de nacer, lo viejo debe terminar de morir.
Debemos acabar para siempre con la política de élites, con la corrupción como normalidad política, con los moches, con el endeudamiento que hipoteca nuestro futuro, con la inseguridad y la violencia auspiciada o tolerada desde el gobierno. No podemos soportar representantes coludidos con el crimen organizado o con los poderes fácticos para seguir en el poder. En resumen, debemos acabar con el conservadurismo que impulsa la idea de que las cosas no pueden cambiar.
Hoy contamos con condiciones inmejorables para impulsar por la vía electoral nuestro legítimo deseo de un México distinto, más próspero y justo. El cambio de régimen es un proceso que no podemos detener ahora que hemos logrado tanto.
A través de décadas de lucha conseguimos un despertar político que nos posiciona como una sociedad participativa e involucrada en la vida pública. En dos años del nuevo gobierno, se han atendido necesidades tanto en desarrollo social como en combate a la corrupción, y el reconocimiento de derechos sociales y políticos en nuestro sistema jurídico.
En 2021 habrá en juego más de 21 mil cargos de elección popular en los comicios más grandes de nuestra historia, por lo que será decisivo para refrendar el proyecto de nación que encabeza el Presidente, y donde tenemos la oportunidad de enterrar el pasado de privilegios y corrupción en aquellos bastiones del viejo régimen desde los que se ha organizado una oposición a ultranza contra el proceso democratizador.
Confiamos en que la transformación es inevitable, pero no debemos pensar en la victoria como la imposición de unos sobre otros, sino como una reconciliación que nos permita encarar las necesidades más apremiantes de nuestra sociedad. Muy pronto el cambio de régimen que inició en México hace dos años se extenderá por todo el territorio.
POR DAVID MONREAL
COLABORADOR