MALOS MODOS

Porque soy mexicano

Vivimos en la era de la angustia, y la angustia da hambre y agita la sed

OPINIÓN

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Créditos: Especial

Les habrá pasado. Seis, siete, meses después de iniciado el confinamiento, toca por fin, inevitablemente, porque ni modo de aventarse otros seis meses o un año en casa (México es el único país que se desconfinó justamente porque ya no domamos al virus, o sea, porque nos cargó el payaso y pos ya qué), ir a una junta “presencial”.

Así pues, te quitas los pants (no sin tratar de sacarles el lamparón de aguacate para que aguanten otras dos puestas), te bañas, te pones la camisa que sí alcanzaste a lavar luego de los 20 Zooms de uso, agarras los pantalones que llevaban colgados medio año en el clóset y… descubres que los pantalones no cierran.

¿Que se siente del nabo? Sí. Pero hay justificaciones a la mano. Sustancialmente, una: vivimos en la era de la angustia, y la angustia da hambre y agita la sed.

Angustia para todo el mundo: hay un virus que tiene sojuzgada a la raza humana y una crisis económica planetaria que no nos la vamos a acabar. Pero sobre todo para nosotros, los hijos de Aztlán. Para el pueblo bueno, este pueblo heredero de civilizaciones prodigiosas. Para los mexicanos, pues. Porque puedes hacer acopio de fuerza de voluntad y convencerte, momentáneamente, de que, a pesar de todo —de la quiebra de Pemex que será la del país entero, de las inundaciones en Dos Bocas, del desplome de la economía que duplicará el promedio mundial, de la multiplicación de los pobres, de las 85 mil muertes que probablemente son muchas más—, vale la pena ponerle un seguro a los pantalones para que embonen y salir a chambear. Claro que puedes. Pero seguro —no importa cuándo leas esto— que te van a caer dos o tres buenas razones nuevas para angustiarte y, en consecuencia, abandonarás todo esfuerzo, volverás a los pants y atracarás el refrigerador y el bar. Vean por ejemplo lo de los últimos días. ¿Qué llegamos a 85 mil muertes? El mismo día, el Presidente pega tres batazos, se acerca a la cámara y comparte sus pronósticos para le Serie Mundial. ¿Que al Presidente le tienen, pues, sin cuidado las personas contagiadas? No exactamente: ¿se fijaron cómo sonaron sinceras sus palabras de ánimo para Trump? Otra: ¿que se dispararon los contagios y las muertes por COVID, así, de un día para el otro? “Ah, es que se me pasó comentarles que cambiamos los patrones de medición de la pandemia”. Los cambiaron, sí: siete meses después. Vengan el martini y los Doritos.

Así que échenle ganas, traten de subirse a la bici antes de que termine de oxidarse, apelen a la pechuga de pavo y el panela siempre que puedan, pero no se culpabilicen mucho por el adiós a la cintura 32. Porque la siguiente vez que les diga alguien en una junta, o que se digan al verse al espejo: “Ay, wey. ¿Por qué esa panza chelera?”, pueden contestar con las palabras inmortales de Guillermo del Toro: “Porque soy mexicano”.

POR JULIO PATÁN

COLABORADOR

@JULIOPATAN09

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