CAMPUS

L'État, c'est moi…

El fallo de la corte derivó en el ridículo, establecer la pertinencia y constitucionalidad de la consulta resultó en una maniobra sin impronta alguna pero que evidenció la vulnerabilidad de algunos ministros

OPINIÓN

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Alejandro Echegaray / Campus / Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El primero de octubre quedará marcado de manera indeleble en la memoria de los mexicanos. Será un día que vivirá en la ignominia por la actitud abyecta de seis de los once ministros que conforman la Suprema Corte de la Nación. Ese mismo día se cedió el control de las aduanas al control naval y se votaría por eliminar 109 fideicomisos entre los que se encuentra el Fondo de Desastres Naturales, el Fondo Metropolitano y la Financiera Rural. 

El fallo de la corte derivó en el ridículo, establecer la pertinencia y constitucionalidad de la consulta resultó en una maniobra sin impronta alguna pero que evidenció la vulnerabilidad de algunos ministros frente a la oficina de la presidencia. 

Al morenismo le cuesta trabajo construir. La falta de pericia gerencial y administrativa ha puesto de manifiesto que el único logro con el que podrán enfrentar a su electorado el próximo año es el adelgazamiento del aparato burocrático –enemigo histórico del lopezobradorismo-, la erosión de las endebles instituciones democráticas y la centralización del poder alrededor de la figura presidencial. 

El problema no es un viraje a la izquierda en las políticas públicas del gobierno de México. La alternancia política bien puede tener ese efecto y sus implicaciones serían eventualmente evaluadas por la población. La diferencia es que la ruta actual del gobierno es desarticular cualquier contrapeso posible, ya sea institucional como la Corte, o social como el movimiento feminista. 

A final de la década de los noventa, cuando una sucesión de triunfos electorales de la izquierda llevaron a sus candidatos a la presidencia de varios países de América Latina, la “vuelta a la izquierda" fue distinta en cada uno de ellos. Los cambios más radicales no se vivieron donde los presidentes eran más revolucionarios que reformistas, sino donde los gobiernos enfrentaron menos contrapesos legales, políticos y con menor dependencia de organismos financieros internacionales. 

Si nos abocáramos a la tarea de construir un modelo con la intención de explicar el riesgo país incluyendo, como es debido, variables como la violencia y conflictividad social, las restricciones a la inversión, corrupción, política tributaria discriminatoria, incumplimiento de pagos por parte del gobierno, estado de derecho y obligaciones contractuales. Que incluyera también, cuestiones económicas como desempleo contracción del producto interno bruto resultaría en un coctel Molotov de volatilidad para el futuro. 

De la mano de esta bomba incendiaria de fabricación nacional se está consolidando un nuevo capitalismo de cuates que ha precarizado el acceso al capital y un subsidio oculto a la inversión que obliga a los bancos a otorgar préstamos orientados por un daño moral que desembocará en una crisis autoinfligida. Operar bajo el supuesto de que la pandemia nos ha caído como anillo al dedo es un despropósito descomunal. 

 

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

POLITÓLOGO

@AECHEGARAY1

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