No se sabe si el extrañamiento diplomático enviado al gobierno de los Estados Unidos por parte de nuestro país relativo a la detención del general Salvador Cienfuegos fue resultado de la presión que ha ejercido el mando castrense a la administración lopezobradorista o bien un intento de reposicionar la relación de cara a los previsibles resultados de la elección presidencial de nuestro vecino país. Pero lo que es cierto es que la Secretaría de Relaciones Exteriores se manifestó con 15 días de retraso. Complicado es entender el porqué se tardó tanto en responder y más en los términos en que lo hizo.
En la misma tesitura, buscando impactar en los resultados de las elecciones estadounidenses, se puede leer la última declaración de Donald Trump: “quiero hacer grande a Estados Unidos y AMLO a México”.
Y es que las acciones tomadas por ambos personajes en su momento cobran especial envergadura ante el pronóstico de que Joe Biden será el próximo presidente de Estados Unidos. Esto es, puede ahora Marcelo Ebrard reclamar a la DEA por una intromisión sin aviso al haber ido detrás de Cienfuegos —mismo si la aprehensión se dio en EEUU—, sin embargo hay que recordar que no hace muchos meses México se puso “de tapete” con la visita de López Obrador a Washington, D.C. Además se obvió la más básica política diplomática al ignorar olímpicamente al poder legislativo, donde la mayoría es demócrata.
La nota diplomática deja muchas incógnitas sobre lo que realmente debería importar de nuestra relación, así como lo que se espera o se desea de la misma particularmente con respecto a la antes mencionada agencia estadounidense.
Si bien López Obrador insiste que con Estados Unidos “tenemos que actuar con prudencia para que no se utilicen nuestras posturas con ese propósito (electoral)”, tanto él como Peña Nieto en su momento obviaron que sus actuaciones anteriores sirvieron para los designios electorales de Trump.
Pero dado que lo hecho, hecho está, el gobierno de la 4T debe ahora plantearse cómo poder negociar con nuestro poderoso socio y llegar a mejores entendimientos. En ese plano, a veces los pequeños incidentes internacionales entre ambas naciones pueden hacer mucho más para equilibrar la relación bilateral y para que México no sea tan vulnerable, que los grandes reclamos, exigencias y amenazas como la que recientemente manifestó la cancillería.
Si de lo que se trata es de ejercer presión, era momento de que nuestro país sacará a relucir el tema de las migrantes operadas en centros de detención en los Estados Unidos para esterilizarlas. O elevar de tono del escándalo sobre el exfuncionario de su embajada en nuestro país quien abusaba sexualmente de mexicanas que acudían a su oficina. Tampoco nada se dijo de la cruenta separación de padres y niños migrantes, la cual fue ampliamente documentada por diarios de Estados Unidos y retomada por Biden en su campaña.
Insistir en estos asuntos puede fortalecer la posición de nuestro país en el momento de pedir explicaciones a una agencia norteamericana que de por sí no soltará mucha prenda. Permitiría recobrar ante el gobierno de los Estados Unidos (no importando qué candidato y partido resulte triunfador en los comicios) la posición del socio con quien se debe negociar y tomar en cuenta. Sobre todo cuando bien se sabe que los problemas como es el narcotráfico, la inseguridad, el tráfico de armas y de personas son mutuos, y poco o nada se logrará si no se trabaja en conjunto y con apertura para disminuirlos.
Descontado, la DEA seguirá sin comentar nada de sus investigaciones, y México tampoco permitirá que se vulnere la soberanía (al menos en el papel), pero sí hay “ventanas de oportunidad” como los antes mencionados temas donde se puede trabajar de manera bilateral para lograr mejores resultados en los otros frentes también.
México tiene que mostrar inteligentemente que tiene con qué trabajar y negociar. Eso no se logrará solo con reclamaciones más bien estériles. Si los incidentes comentados se introducen estratégicamente en la negociación y en el debate, la arena de debate será un poco más pareja, de mayor interés público y ayudará a que ambos países puedan lograr algún tipo de beneficio y resultado en temas más profundos.
Por Verónica Malo Guzmán
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