Fundamentalmente, debido a la pandemia, la producción mundial de bienes y servicios caerá este año en 4.5% y el ingreso por habitante será cerca de 7% menor. El comercio internacional de mercancías caerá por lo menos al doble de lo que lo hará el PIB mundial. Pero desde antes de que apareciera en escena el COVID-19, la economía mundial estaba desacelerándose y el comercio había dejado de ser el motor del crecimiento. A partir de la crisis financiera de 2009, las restricciones al comercio alrededor del mundo no han dejado de aumentar. El proteccionismo y el mercantilismo se han convertido en elemento central de la política económica. “China 2025”, la “autonomía estratégica” europea y “America First” buscan apropiarse del mayor número posible de los eslabones de las cadenas globales de valor.
La política arancelaria más agresiva ha sido la del presidente Trump. Sin miramientos a sus obligaciones ante la OMC, ha impuesto restricciones a las importaciones de varios productos a sus principales socios comerciales y ha aumentado en más de tres veces los aranceles aplicados a China. Los afectados se han cobrado en especie. El resultado es que el principio fundamental de la OMC, el trato de la nación más favorecida, está en criogenización. La vertiente negociadora se encuentra en estado de coma desde hace una década y, peor todavía, el sistema de solución de diferencias ha sido paralizado por EU. A una semana de las elecciones presidenciales, de manera inusitada Estados Unidos vetó el consenso para la selección de la candidata a la Dirección General de la OMC, profundizando la crisis que vive la Organización. Si Donald Trump es reelecto, la OMC no saldría de su irrelevancia y continuaría violando sus obligaciones. El T-MEC tampoco protegerá a sus socios de nuevas restricciones comerciales aunque sean violatorias del tratado, como EU hizo con el aluminio canadiense y pretende hacer con los arándanos y los transformadores eléctricos hechos en México.
Joe Biden ha señalado que él haría que China cumpla con las reglas del comercio internacional y que no continuaría con la guerra comercial. Pero para recomponer el sistema multilateral de comercio requerirá de mayores seguridades de ese país sobre el respeto a la propiedad intelectual y disciplinas en materia de subsidios. Posiblemente buscaría la selección de una Directora General en la OMC que contribuya a sentar en la mesa de negociación a EU y China, con otros Miembros de la OMC, para revitalizar el sistema multilateral de comercio en el momento en que el mundo está en su peor crisis en casi un siglo. Pero esto toma tiempo.
Con Biden, México tendría mayor certidumbre en la política comercial de su vecino, pero habría una mayor vigilancia a sus políticas laborales, medioambientales y de seguridad jurídica a la inversión. Las exportaciones son el principal motor para que México vuelva a crecer. El gobierno tiene que promoverlas —y mal haría en obstaculizarlas, incluyendo a las de la industria maquiladora—. Concretamente, tiene que facilitar el comercio y no caer en tentaciones proteccionistas.
POR FERNANDO DE MATEO
ASOCIADO COMEXI Y EXEMBAJADOR ANTE LA OMC
Twitter @FernandodeMateo