ALHAJERO

El presidente ¿no tiene quién le escriba?

La razón del enojo de López Obrador con la prensa podría provenir, en cierta medida, del desdén que aún hoy padece

OPINIÓN

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Martha Anaya/ Alhajero / Opinión El Heraldo de México

¿Por qué el Presidente no para de quejarse, de comparar, de criticar, de denostar incluso, a los medios de comunicación y muy particularmente a los periódicos impresos?

Un día sí y otro también —ayer no fue la excepción— vuelve López Obrador al tema en sus mañaneras. De motu proprio o a instancias de quienes asisten a Palacio Nacional a eso que llama “diálogo circular”. Las más de las veces, Andrés Manuel hace que responde simplemente a alguna pregunta, instigado por la “denuncia” de alguno de sus ínclitos sobre algún reportaje o crítica del día.

Pero lo cierto es que detrás de estas provocaciones están sus personeros, sus propios enojos y obsesiones. Porque realmente esto ya linda en una obsesión…, y eso que existen las benditas redes sociales. 

El caso es que de ahí se arranca…, que si los periodistas en la época de la Reforma, que si los periodistas frente a Francisco I. Madero, que si pónganme la primera plana de este periódico, que la del otro también, que si no pusieron en su primera plana lo que él considera la gran primicia.

Y así se la pasa buen rato en la mañanera, dando clases de lo que él cree que debiera ser el periodismo, la lucha entre los propios diarios, y riéndose de paso de lo que los editores jerarquizaron absurdamente (desde su perspectiva)  

La pregunta es por qué esa fijación del tabasqueño con la prensa. Reiteradamente platica de los tiempos en que padeció del “cerco informativo”. Y es cierto, vaya que existió y lo sufrió durante muchos años, en la mayor parte de su época como opositor.

Pero también es cierto que él jugó ese juego cuando así le convino. Decía que nadie lo entrevistaba ni le publicaba, cuando el propio López Obrador era el remolón para otorgar las entrevistas y, en múltiples ocasiones, nos topamos con el silencio de su jefe de prensa (César Yáñez en aquellos tiempos) a cuantas solicitudes de entrevista hacíamos. Era él quien decidía cuándo y a quién.

Pero la pregunta que hicimos al inicio persiste: Por qué la obsesión de AMLO, ahora Presidente de la República, con la prensa (especialmente la escrita).

Es clara su pasión por la historia de nuestro país. Ahí podríamos encontrar parte de la respuesta. Él se sabe un personaje histórico. Su larga lucha amerita, sin duda, grandes crónicas. Sin embargo, no las hay. No, al menos, provenientes de las plumas —y de la talla— que él desearía.

No hay grandes historiadores siguiendo sus pasos. Y si los hay, son críticos a su figura, la mayoría.

Entre los periodistas, otro tanto. Los buenos reporteros que asisten a las mañaneras —que los hay— son apenas tolerados, mientras que los “molécula” son convertidos en las grandes “figuras”. Parte del problema, creo, está ahí. En el desdén de la inteligencia y de las buenas plumas que padece Andrés Manuel.

 

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POR MARTHA ANAYA
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