COLUMNA INVITADA

López Obrador: la trampa del pasado

El presente le resulta incómodo al presidente porque la realidad es que las cosas no van bien. El presente, ese que él ha construido con sus errores y omisiones

OPINIÓN

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Guillermo Lerdo de Tejada/ Colaborador/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

El principal enemigo de López Obrador es el presente y por eso su gobierno hace tantos esfuerzos, todos los días, para que los mexicanos volteemos al pasado: para canalizar ahí nuestra ira y para que encontremos culpables de nuestros agravios en la lejanía temporal. El pasado funciona como un refugio retórico para el gobierno, una forma de desentenderse de sus responsabilidades.

El presente le resulta incómodo al presidente porque la realidad es que las cosas no van bien. El presente, ese que él ha construido con sus errores y omisiones, es un recordatorio permanente del fracaso en su promesa de la transformación. El presente es un espejo al que el lopezobradorismo no quiere asomarse porque refleja su pequeñez: dos años de menor empleo y más violencia; de la destrucción del sistema de salud, de abandono a las víctimas y de proyectos faraónicos fallidos. Dos años de militarización y de una corrupción que continúa, sólo que con nuevos beneficiarios.

Bajo esta óptica deben leerse las recientes estrategias teatrales del gobierno: la consulta para enjuiciar a expresidentes o la resucitada iniciativa para que España y El Vaticano nos pidan disculpas por la conquista. Sin ir muy lejos, hace apenas unos días, en la Ciudad de México se reavivó un viejo debate sobre el papel histórico de Cristóbal Colón.

Por absurdas que parezcan, ninguna de estas son enteramente ocurrencias, sino una estrategia premeditada basada en el uso de viejos agravios para desviar la atención pública de los que importan en el ahora, como el desastroso manejo de la pandemia, la crisis económica, el desabasto de medicamentos o el despojo de los fideicomisos, entre muchos otros.

Es además una estrategia hipócrita, una falsa indignación por los agraviados de antes, cuando al mismo tiempo este gobierno demuestra una escandalosa indiferencia por las víctimas actuales: las niñas y niños que no cuentan con medicamentos; los pueblos originarios cuyos derechos están siendo atropellados por la construcción del tren maya; los migrantes, mexicanos y centroamericanos, que padecen ante políticas discriminatorias y racistas; y las decenas de miles de víctimas de la violencia que se siguen acumulando en el país.

Por esta razón, el peor error que puede cometer la oposición (políticos, formadores de opinión y los ciudadanos en general) es contribuir al éxito de esta propaganda haciéndole mucho caso. Al contrario: frente a los intentos del gobierno para pelearnos con la historia, debemos mantener la vista y reenfocar el debate en el presente, identificando y denunciando los fracasos del aquí y el ahora.

El gobierno, con todo su aparato de comunicación oficial, está creando una realidad alternativa, un juego de memoria selectiva. Dejarse arrastrar por esa inercia es una forma de complicidad con el desastre nacional que están provocando. No podemos caer en esa trampa: en las redes sociales, en los medios y en cada espacio público debemos centrarnos en lo que importa: no en las reivindicaciones ficticias del presidente, sino en las que hoy necesita el país para no dilapidar aún más su presente y futuro.

POR GUILLERMO LERDO DE TEJADA SERVITJE
DIPUTADO CIUDADANO EN EL CONGRESO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
(@GUILLERMOLERDO)