MALOS MODOS

El penacho de Moctezuma, el perdón y la burka

En una de esas nuestra bronca no es con España, sino con el Occidente

OPINIÓN

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Julio Patán/ Malos Modos/ Opinión El Heraldo de MéxicoCréditos: Especial

Fue en la segunda mitad de los 90. El taxista me miró desde el retrovisor y preguntó de dónde era. Cuando le respondí que mexicano y —a pregunta expresa— que mi padre nació en España; contestó, cordial y sin ironía: “No se preocupe. Aquí ya no tenemos problemas con los españoles. Los sustituyeron los argentinos”.

Hace algunos meses pensé que el presidente Andrés Manuel López Obrador parecía decidido a darle marcha atrás a ese, llamémoslo así, cambio histórico, y volver a poner en la mira de nuestros rencores a los españoles

Dados los hechos de la última semana, he de decir que me equivoqué. O sea, sí, está la carta aquella al rey Felipe, la que sugiere que España, hoy, ofrezca disculpas a los “pueblos originarios” por lo que el reino de Castilla le hizo a la gran Tenochtitlán y al resto de los habitantes de aquellos muchos territorios. 

Pero presten atención a la gira de Beatriz Gutiérrez Müller, y se darán cuenta de que, en una de esas, nuestra bronca no es con España, sino con el Occidente depredador completo (excepto, claro, Trump, ese humanista). 

Aunque con un atuendo digamos que excesivamente respetuoso (la vestimenta con que se presentó ante el papa Francisco equivale a usar una burka para una cena con el embajador iraní), nuestra enviada hizo una petición contrastantemente nada amable: que la Iglesia, ya que vienen los 500 años de la llamada Conquista, se disculpe por las vejaciones a los “pueblos originarios”, eso mientras nos presta un par de códices para los festejos del año próximo. Como España, sí. Ya de paso, para no andar abusando de los vuelos transcontinentales, se pasó a París y a Viena, por aquello del Penacho de Moctezuma.

Se ha repetido mucho que el Presidente apela a esos clichés nacionalistas para distraer la atención de los asuntos que importan: los 80 mil muertos cortesía del modelo centinela o la devastación económica, por decir. Lo dudo. 

En mi opinión, las vueltas permanentes de este régimen a la historia tienen la importancia que tienen en todo –sí, va de nuevo el término– populismo: agitan los lodos del victimismo nacionalista, refuerzan la idea de un nosotros que hubiéramos sido grandiosos de nos ser por un ellos maligno, subrayan una excepcionalidad que sólo entiende y, de hecho, encarna nuestro líder, y permite dirigir la retórica contra el exterior hacia el interior, donde el enemigo de fuera se convierte, milagrosamente, en el enemigo en casa, lo mismo si es argentino que español.

Así que vamos a podernos reír muchísimo de las excentricidades de nuestra diplomacia improvisada, y luego, el año que viene, del folclorismo y la cursilería que, sin duda, van a distinguir las celebraciones por el medio siglo (prepárense para la ceremonia New Age llena de copal). Pero el fondo de ese echeverrismo reloaded es de veras preocupante.

 

POR JULIO PATÁN
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