En México “el lunes empieza la dieta” y de manera similar con el año empiezan los propósitos para que este año sea mejor. Así, la esperanza de ser más delgados es similar a la de alcanzar el esperado crecimiento económico.
Los datos siguen siendo contradictorios. Empezando con la expectativa de crecimiento sobre la que ya no es noticia que sea a la baja y siempre cercana a cero. Por otro lado, el pulso de la economía mexicana: el tipo de cambio ha sorprendido a los más incrédulos de la #4T al colocarse por debajo de los 19 pesos en el cierre de año, solo presionado por el conflicto Irán – Estados Unidos.
El miedo a gastar que se ve reflejado en la caída de 7.65% en la venta de autos, lo que representa la mayor reducción desde 2009 y las coloca en niveles de 2014. De la mano viene la caída de 4.10% de la producción de vehículos ligeros y de 3.35% en su exportación.
¿Culpa de quien? Dicen que del pasado, por la corrupción y la implementación de políticas públicas que más bien parecían privadas al beneficiar a personas en específico: los que hacían el negocio.
Dicen que de todos, porque, aunque mal, se creó una vorágine en la que todos querían ser los beneficiados del negocio y no de la política pública. Dicen que de nadie, porque así somos los mexicanos (funcionarios, empresarios y ciudadanos): yo te aseguro que yo no fui, son puros cuentos de por ahí.
Soy de los que cree que ya lo pasado, pasado, o al menos debería, sobre todo por el cambio de régimen. Hoy en lo que hay que estar atentos es, por ejemplo, en el sector energético, que la visión del Presidente Andrés Manuel López Obrador se resume en esta frase pronunciada ayer: “Fue un rotundo fracaso la Reforma Energética, uno de los logros del nuevo gobierno es que recuperamos y rescatamos a Pemex y la producción petrolera”.
Es cierto, en el libro Hacia una Economía Moral, no se menciona la “mal llamada reforma energética”, lo que representa un respiro para el sector, pero también un camino complejo.
Atentos, el Presidente está negociando; él, no sus colaboradores.
Para las empresas del sector, particularmente de hidrocarburos y la Amexhi, la recomendación es no perder tiempo en especular e invertirlo en hacer visibles los resultados que han dado hasta el momento, de lo contrario, solo fortalecen el argumento de negociación del Presidente.
Van tarde. Hablar teóricamente de beneficios son palabras al viento para el Negociador.
Poner la zanahoria en “las rondas” —hasta 104 mil millones de dólares, de acuerdo con un tuit de la Asociación— es darse un balazo en el pie; es promesa y no hecho, porque hasta puede ser interpretado como abuso.
Mi prospectiva para 2020 es que temer al pasado es meter freno con motor. Seguimos tomando decisiones en función de lo que pasó y no de lo que está pasando y menos de la nueva realidad.
Las discusiones de hoy siguen siendo las de ayer. Insisto, ¿vamos a seguir hablando en el idioma del pasado?
POR ÓSCAR SANDOVAL
CONSULTOR. SOCIO DE 27 PIVOT
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@OSANDOVALSAENZ
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