Primeros días

Al parecer no hay mejores alternativas en nuestro mundo para contener la furia de la naturaleza

El arranque de 2020 ha sido desafiante. En Australia, la emergencia derivada de los incontrolables incendios que devastan al país mandan una inequívoca señal, que se suma a muchas más sobre los efectos del cambio climático, fenómeno innegable.

Se estima que más de 500 millones de animales han muerto en el verano australiano; la lejanía geográfica con el resto del mundo parece haber generado una inexplicable indiferencia.

Al parecer, no hay mejores alternativas en nuestro mundo tecnológico para contener la furia de la naturaleza, que ya el año pasado en el Amazonas había mandado una señal de alerta.

Luego, en estos días, Estados Unidos liquidó al número dos del gobierno iraní, causando una escalada de tensión en el Medio Oriente en un momento en que los liderazgos del mundo se encuentran lejos de estar cohesionados.

La repentina acción se inscribe en el campo de lo electoral, salvo que, a diferencia de otros momentos, las formas de Trump generaron poca empatía entre sus aliados. No obstante, el mandatario parece caminar sin obstáculos rumbo a la reelección: logró bajar impuestos, la economía crece sostenidamente, se consolidó su soberanía energética, el desempleo está en mínimos históricos, doblegó a ISIS y a su forma, parece lidiar con ventaja en su relación con China.

Los problemas de Trump están en el Congreso y en las andadas de los demócratas, quienes sin un candidato que despunte, han convertido en estrategia la persecución judicial del presidente. El estilo de gobernar y comunicar de Trump es polémico, pero ha resultado efectivo; el día de ayer, en un mensaje tendiendo la mano a Irán, envió señales de paz y logró distender las tensiones que parecían escalar incontrolablemente.

El inicio de la década es un reflejo del cierre de la anterior. Los pendientes siguen estando ahí, los problemas son complejos y los liderazgos enfrentan agendas que en lo local anuncian tensiones en distintas regiones del planeta.

Si bien la Agenda 2030 de la ONU buscó establecer una brújula para direccionar los esfuerzos de los países en torno a los desafíos más apremiantes para la humanidad, valdría la pena redoblar esfuerzos multilaterales para equilibrar las tensiones globales y orientar el rumbo hacia los retos estructurales que tiene el mundo.

Las llamadas de atención de los últimos meses, desde las catástrofes ambientales hasta las protestas sociales, debieran ser suficientes para que en el inicio de la década, los países ejecuten iniciativas que tiendan a generar oportunidades de acción incluyentes y en donde los protagonistas sean las nuevas generaciones que deben construir un futuro mejor.

En ese sentido, la tarea exige de entrada una reflexión sobre las condiciones en las que estamos iniciando un nuevo ciclo, esperando que muy pronto la agenda común del mundo sea más promisoria, esperanzadora y estable.

[nota_relacionada id=808841]

POR JAVIER GARCÍA BEJOS 

COLABORADOR 

@JGARCIABEJOS

eadp