Cuando comienza el año son muchas las reflexiones que nos traen viejos recuerdos a la cabeza, sobre todo porque en el recuento de los meses pasados es justamente ese tiempo el que nos llena la mente de ideas que debemos ordenar. En cuanto al arte se refiere, mis recuerdos de este 2019 me parecen más esclarecedores que nunca, tal vez porque a los 45 años ya me siento segura de mis conclusiones y creo, sin duda alguna, que ahora el arte y la cultura tienen un lugar importante en la vida de los individuos de un país en crisis.
El arte, además de ser el resultado de un trabajo a conciencia derivado de un conocimiento previo de los materiales, de cierta técnica en particular, del estudio a profundidad de otros artistas o del interés personal por perfeccionarse para ser el mejor, es también el contexto que ésta y otras generaciones necesitarán para ubicarse. Con esto digo también que el arte es un mapa y un testamento para que las civilizaciones sepan dar lectura de los acontecido en determinado momento y para que los gobiernos en turno, tengan la oportunidad de tener otra versión de lo que sucede en su entorno y así puedan (o no) gobernar de manera más asertiva.
Este 2019, el arte, la ciencia y la cultura tuvieron que fortalecerse para intentar sobrevivir a las embestidas de una nueva dirección gubernamental que, al parecer, aún no termina de ubicar la posición que estas materias ocupan ya en el presente y destino de nuestro país. Derivado de ello, se realizaron recortes presupuestales a programas culturales y a proyectos científicos con años de investigación transcurridos, además de tomarse decisiones que, en perspectiva, parecen desafortunadas. Sin embargo, también se apoyó a los pueblos originarios de un México multicultural que también es clasista y que, por lo mismo, los suele ver con desdén, cuando en realidad, gracias a ellos, nos sentimos orgullosos de nuestro pasado ancestral.
Por todo lo anterior, me parece que 2020 será un año fundamental para el arraigo y el asentamiento de las propuestas culturales de los creadores comprometidos con el país. Vista la dirección que han llevado las cosas, los discursos del arte en general se armaran alrededor de la defensa, difusión y enseñanza de materias que ayudarán a robustecer a una comunidad en crisis que necesita saber de dónde viene y hacia dónde puede ir para que entre todos construyamos un futuro menos caótico.
Y es que el arte es un espejo donde podemos reconocernos como nación, por eso es vital que comprendamos la importancia de su preservación y del impulso que debemos otorgarles a los generadores de cultura y a los que aspiran a serlo algún día.
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POR JULÉN LADRÓN DE GUEVARA
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