Por primera vez surgió un buen debate económico con AMLO: ¿debe el gobierno abrir dos mil 700 sucursales del Banco de Bienestar, construirlas e invertir en ello 10 mil millones de pesos? Este debate es distinto al de la refinería de Dos Bocas, al del Aeropuerto, al del Tren Maya, porque deja detrás toda connotación de revanchismo con el pasado. Es simplemente una forma distinta de hacer las cosas. Pero, ¿es la correcta?
El gobierno piensa que en cada cabecera municipal debe existir una sucursal bancaria, pues hay algunas que nunca han tenido. Suena deseable. De hecho, el propio director del Banco del Bienestar, Rabindranath Salazar, da un argumento sólido: de las 2 mil 700 sucursales que se construirán, más de mil 700 estarán en sitios donde ya se instalan habitualmente mesas de distribución de recursos; y otras poco menos de mil, donde se ha detectado alta concentración de beneficiarios.
Su reto, por supuesto, será construir 100 sucursales cada mes.
Pero no todo mundo piensa igual. El expresidente Felipe Calderón señaló que los 5 mil millones de pesos para la construcción de las primeras sucursales “serán un desperdicio”, y que en países como China o India se optó por el celular para realizar transacciones.
Por su lado, el expresidente de la Comisión Bancaria, Jaime González Aguadé, dijo que se debería tomar en cuenta la experiencia de los corresponsales bancarios, figura que se utilizó años atrás para bancarizar a través de infraestructura invertida por terceros.
El gobierno quiere que varias sucursales sean centros integradores de servicios, útiles para más trámites. El banco está con el teléfono abierto recibiendo propuestas de municipios y de comunidades ejidales para la donación de los terrenos donde se construirán (imagino que la escrituración de los terrenos podría ser en sí misma será una pesadilla).
El gobierno enfatiza que, además, hay sitios donde la cobertura celular ni siquiera ha llegado, así que para todo fin práctico la gente tiene que desplazarse aún varios kilómetros, un feo signo de atraso.
La verdad no está fácil la decisión de abrir tantas sucursales, y por eso la discusión parece casi filosófica. Es como en educación, que bien podría darse a distancia —la tecnología lo permite—, pero ¿debemos ir ya hacia la eliminación de las aulas como las conocemos y dedicar ese dinero a aplicativos móviles?
La respuesta a estas preguntas no es sencilla, pero parece que una combinación de tecnología y presencia física es indispensable. Porque en un mundo en el que hasta Amazon o Apple decidieron poner tiendas físicas, suena deseable este debate mínimo.
UBER
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POR CARLOS MOTA
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