Miserias de la cancillería

Fue el Presidente quien intervino para impedir la humillación de la cancillería a la embajadora de México en EU

El tuit en las redes fue el que evidenció lo que acontecía en Palacio Nacional minutos antes —a las 12:55 horas— de que arribara el Presidente de la República al salón Tesorería para la reunión con los embajadores y cónsules.

Era de la embajadora de México en Estados Unidos, Martha Bárcena. Mostraba una foto del respaldo en el que se hallaba sentada y cuyo letrero anunciaba: embajadores no titulares.

La insigne representante en Washington —la sede diplomática más importante de nuestro país en el exterior— simplemente no tenía lugar considerado en la reunión.

A Fabián Medina, jefe de la oficina del secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, le pareció que la embajadora de México en EU —de larga y brillante trayectoria en el Servicio Exterior, además de ser nuestra primera mujer en representarnos en Washington— no merecía un lugar en la primera fila. Bueno, ni en la segunda fila ni en la tercera… ¡Ni ser embajadora titular!, pues.

Al ver lo que sucedía, compañeros diplomáticos de Bárcena ofrecieron su lugar a la embajadora. Ella declinó.

Dentro de Palacio Nacional el rumor crecía. El propio Andrés Manuel López Obrador era informado de la situación y del malestar entre los miembros del Servicio Exterior Mexicano.

Apareció Roberto Velasco, vocero de Ebrard (no el canciller o los subsecretarios), para tratar de enmendar el desaguisado, ofreciéndole un lugar adelante. La embajadora se mantuvo en aquel lugar distante al que la empujaron las miserias y los celos que se viven en la SRE (sabido es que Marcelo trae diferencias con Bárcena porque él quería designar como embajador en EU a un allegado suyo. Martha es nombramiento de AMLO).

Intervino entonces el propio Presidente. Pidió a uno de sus ayudantes llevar a la embajadora a la primera fila y ubicarla en el centro, frente a él.

Se apersonó un miembro de la ayudantía de López Obrador y le explicó a la embajadora que el Presidente le pedía pasara a primera a la fila, que tenía un lugar para ella.

La embajadora de México en Washington pasó así a ocupar el lugar que le correspondía, el que de acuerdo a su importancia como representante de nuestro país en Washington ameritaba. Pero, ya para entonces, quedaba evidenciada ante todos los embajadores y cónsules mexicanos la mezquindad y la miseria con la que se mueven desde las oficinas que encabeza Ebrard.

A la hora del discurso, para subrayar su posición y el lugar que para él tiene Bárcena, el Presidente apuntaría con todas sus letras: “Quiero agradecer mucho a la embajadora de México en Washington, Martha Elena Bárcena, por su labor, por su trabajo…”

Y otro tanto haría más tarde vía Twitter.

Si querían humillar y exhibir a Bárcena, no lo lograron. Andrés Manuel lo impidió.

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POR MARTHA ANAYA 

MARTHAMERCEDESA@GMAIL.COM 

@MARTHAANAYA

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