México ante la guerra

La 4T busca afanosamente un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU con una guerra en ciernes en Oriente Medio

Arranca 2020, un año clave para la política exterior mexicana, que pasa por la ratificación del T-MEC, la protección de mexicanos en el extranjero y la relación con otros países y regiones del mundo.

Eso, sin dejar de lado algo muy importante (que dará mucho de qué hablar en los próximos días): la candidatura de nuestro país para ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad de la ONU, en el contexto de una nueva guerra en Medio Oriente.

De ahí la importancia del encuentro que sostuvo ayer el presidente López Obrador con nuestro cuerpo diplomático.

En el caso específico del Consejo de Seguridad, en 2019 nuestro embajador en Naciones Unidas, Juan Ramón de la Fuente, trabajó intensamente para conseguir una silla en el organismo que funge como un réferi internacional.

Producto de esos cabildeos, en julio de 2019, la Comisión Permanente del Congreso en México le dio su aval, al que, paralelamente, se sumaron diversos organismos internacionales, entre ellos, el Grupo de Países de América Latina y el Caribe ante las Naciones Unidas, así como la Comunidad del Caribe.

Lo que busca la 4T es ocupar uno de los 15 espacios como miembro no permanente, para el periodo 2021-2022. La elección es en junio de este año, para iniciar la gestión el 1 de enero de 2021 y concluir el 31 de diciembre de 2022.

A diferencia de otras instancias de la ONU, que sólo pueden emitir recomendaciones, su Consejo de Seguridad puede aprobar resoluciones que deben ser acatadas obligatoriamente. Su actuación es determinante, ya que cuenta con la facultad para imponer sanciones o autorizar el uso de la fuerza.

En casos controvertidos puede decidir si hay una guerra o no, como ocurrió en 2003 en Irak, donde México, siendo parte del Consejo, con Adolfo Aguilar Zínser como embajador, se opuso a la intervención militar.

En aquella ocasión, nuestro país vivió una importante crisis diplomática, no sólo por asumir una postura en contra de Estados Unidos, su principal socio comercial, sino porque generó una profunda división en el gabinete de Vicente Fox.

Aguilar Zínser, como embajador, pasó por encima del entonces canciller Jorge Castañeda, y convenció al primer mandatario de no apoyar acciones bélicas.

A la distancia, lo que deben preguntarse muchos es si realmente vale la pena obsesionarse nuevamente por un espacio en el Consejo de Seguridad, cuando está en ciernes una nueva guerra en Medio Oriente.

De manera recurrente, López Obrador apela a la Doctrina Estrada para evitar intervenir en conflictos de otros países, lo que no hace mucho sentido con el afán por entrar al Consejo de Seguridad.

Bueno, al menos que exista una agenda totalmente diferente entre el embajador De la Fuente y el canciller Marcelo Ebrard, como ocurrió hace 17 años.

•••

Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo:

“Cada quien escoge el tamaño de la cebolla con la que va a llorar”.

POR ALFREDO GONZÁLEZ CASTRO

ALFREDO.GONZALEZ@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@ALFREDOLEZ

eadp