Corrupción sindical ¿más de lo mismo?

Lo único que tiene que hacer Manuel Limón es simular que habrá elecciones limpias, sin coacción, ni presión de nadie

La decisión, intentona, o como quiera llamársele, de la secretaria del Trabajo del gobierno de la 4T de otorgarle la toma de nota al sucesor de Carlos Romero Deschamps en el Sindicato de Pemex, nos hizo recordar un episodio similar en el gobierno del “cambio con rumbo desconocido” de Felipe Calderón, cuando éste le ordenó a su secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón, que prácticamente le pidiera disculpas a Napoleón Gómez Urrutia, ícono de la corrupción sindical, por haberle negado ese documento durante un año.

El día de ayer, Luisa María Alcalde tuvo que explicarle al Presidente de la República y al auditorio, lo que había ocurrido con la toma de nota que supuestamente le habían dado a Manuel Limón Hernández como líder del Sindicato de Pemex. Recordó que “para ocupar el cargo de secretario general y regularizar la situación jurídica… deberá convocar a elecciones para cubrir dicha vacante… el próximo secretario general del sindicato deberá ser elegido a través del voto personal, libre, directo, y secreto…”.

No te preocupes, Manuel, prácticamente la tienes asegurada, pensaría cualquiera, porque tres solicitantes que querían el mismo cargo (Rubén Choreño, Mario Rubicel Ross y Enrique del Ángel Bauza) no cumplieron con los requisitos y sus solicitudes se declararon improcedentes, según informó la funcionaria. O sea que lo único que tiene que hacer el señor Limón es simular que habrá elecciones limpias, sin coacción, ni presión de nadie, y asunto arreglado, apuntan los observadores.

La titular del Trabajo le dio un año al señor Limón para que organice la farsa, perdón, la elección, y le advirtió que junto con la secretaría de Gobernación vigilarán el proceso. Le faltó informar que también podrían intervenir los agregados labores de la embajada de Estados Unidos, como se pactó en la firma del documento del nuevo Tratado de Libre Comercio.

Andrés Manuel López Obrador y Luisa María Alcalde se tardaron un año en darle cuello a Carlos Romero Deschamps, otro ícono de la corrupción sindical, y están enviando la señal de que el combate a ese flagelo va en serio, sobre todo para cumplir con la Reforma Laboral y evitar que nuestros vecinos nos sancionen.

Sobre este espinoso asunto, comentado también el martes en este espacio, la vocera oficial de la secretaría del Trabajo considera que en nuestra columna de ayer se realizaron “afirmaciones sin sustento sobre las declaraciones del subsecretario del Trabajo, Alfredo Domínguez Marrufo, en torno a la nueva democracia sindical”. Por lo tanto, envía la presentación de la señora Alcalde en la conferencia matutina de ayer del presidente de la República.

“En dicha exposición quedó clara la situación actual de la dirigencia del sindicato petrolero y se desmintieron los hechos que erróneamente difundieron en otro medio de comunicación”, dice la directora de Comunicación Social.

Bueno, pues parte de la mencionada presentación está comentada en el texto de esta columna, responde quien esto escribe.

POR LUIS SOTO

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