Cada año trae consigo un movimiento social. Hace dos años dio inicio el #metoo y prevaleció con una narrativa de igualdad e inclusión de género, que fue motor para crear cambios importantes en pro de la mujer en todos los niveles de la sociedad. El tema feminista ha estado latente creando otras demandas paralelas, pero no menos importantes como el que pienso, con seguridad, será el próximo en importancia: la alimentación intuitiva.
Un estilo de antidieta que va en contra de todo lo que hemos escuchado y que nos han dicho que hagamos. Es un acercamiento a reeducar nuestro cerebro para realmente conocer nuestro cuerpo. Comer cuando queremos y lo que queremos. Hacer las paces con la comida y honrar el hambre que sentimos. Descubrir qué es estar satisfechos. Respetar nuestro cuerpo y aprender a vivir lo que sentimos. Olvidarnos de la de culpa y la vergüenza. Suena demasiado bueno para ser verdad, pero parece que después de años de alentar a la sociedad a vivir en restricción, pasando de una dieta a otra, bajando de peso sabiendo que tarde o temprano lo perdido se recuperará, finalmente se dieron cuenta de que las dietas no sirven y que son parte del problema. Estar a dieta constantemente afecta psicológicamente. Las dietas, aparte de ser una industria millonaria, han creado la enfermedad de comer compulsivamente y con atracones.
Todos tenemos una relación íntima e importante con la comida. Comemos para sobrevivir física y emocionalmente. La usamos para celebrar, para castigar, para llenar vacíos, para apapachar, para consentir, para calmar. Este movimiento se basa en la premisa: come todo lo que se te antoje cuando se te antoje, no hay nada prohibido. Hay estudios que afirman que si le quitamos los adjetivos "bueno" o "malo" a la comida y comemos lo que nos gusta, eventualmente tendremos al balance perfecto, eliminando la ansiedad que hay alrededor del tema.
Comer intuitivamente habla de amor a nuestro cuerpo, tal y como es y de aceptarlo. Es una actitud sana y positiva. No se tú, pero ¡yo estoy dispuesta a probarlo! ¡Ya hubo suficientes dietas y restricciones! ¡Quiero disfrutar lo que como siempre! Los expertos dicen que lo primero que hay que hacer es reconocer el nivel de hambre: del 1 al 10. Comer cuando tienes hambre, pero no mueras de hambre. Aprender a parar al sentirte "satisfecho", pero no atascado. Reconocer si es hambre u otro sentimiento que quieres tapar con comida y darte permiso de sentirlo. También sugieren comer despacio y con la menor distracción posible. ¡Vivimos en una sociedad harta de las dietas y sus secuelas! Es un largo camino con mucho que aprender, pero te propongo que nuestro nuevo capricho sea el bienestar físico y emocional.
POR BRENDA JAET
@BRENDAJAETK
lctl