Paz sin los palestinos

Estados Unidos e Israel saben que los líderes y la sociedad palestinos no aceptarán el plan de paz

El martes el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, presentó su plan para la paz entre israelíes y palestinos. Es "demasiado bueno" para los palestinos, acotó. A su lado sonreía el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Cuando llegó al poder en 2017 Trump confió este delicado tema a su yerno Jared Kushner y espera tener éxito donde fracasaron sus predecesores. Desde entonces hubo acciones a favor de Israel, como respaldar los asentamientos en Cisjordania, declarar a Jerusalén su capital indivisible, trasladar ahí la embajada estadounidense y reducir la ayuda a refugiados palestinos. Todo esto en un contexto electoral en ambos países, con los dos líderes en procesos legales, uno por abuso de poder, el otro por corrupción.

El plan no incluye negociar con los palestinos; el acicate para que acepten la paz es económico. En compensación por la pérdida del territorio cisjordano, los palestinos podrán obtener una gran parte del desierto vinculado a Gaza cerca de la frontera con Egipto. Se habla incluso de un Estado futuro para los palestinos y de una capital en Jerusalén Este. Pero la capital eterna e indivisible de Israel será Jerusalén y el territorio desde el Jordán hasta el Mediterráneo estará en sus manos. Israel también debe preservar el "control de la seguridad" en toda el área al oeste de la frontera de Cisjordania con Jordania, lo que sugiere que tendría una presencia militar en lo que quede de una futura Palestina. La anexión permitiría aplicar la ley israelí a nuevas partes del territorio. Se manifestaría en un cambio de fronteras que podría llevar a la pérdida repentina de licencias para los comerciantes palestinos o incluso al despojo de títulos de propiedad; allana el camino para complicar el estado legal de los 1.8 millones de palestinos de Cisjordania y restringir mas sus derechos. Además, cuestionaría la razón de ser de la Autoridad Palestina, órgano ejecutivo del autogobierno que surgió de los Acuerdos de Oslo.

Estados Unidos e Israel saben que los líderes y la sociedad palestinos no aceptarán el plan, que es un proyecto para los espacios, no para las personas. Los palestinos no encontrarán elementos para discutirlo. La gradual anexión de Cisjordania ocurre hace varios años, como denotan la creciente aplicación de las leyes israelíes y el desarrollo de infraestructura que une los asentamientos judíos en Cisjordania al territorio israelí.

Irán y Turquía han respondido con pronunciamientos más asertivos que los gobiernos árabes; estos, sin embargo, no desconocen que las consecuencias del plan son muy peligrosas para su seguridad, especialmente en Jordania, Líbano y Egipto. Los ambiguos pronunciamientos de países europeos y latinoamericanos son un reflejo más del declive, registrado desde la década de 1990, de la solidaridad internacional con el pueblo palestino.

Todo escenario para la paz y la convivencia sólo será posible y perdurable en tanto se establezca un diálogo, o sea reconocer la presencia del otro. Y eso incluye admitir, como es derecho de todos los pueblos, la memoria histórica de los palestinos.

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POR MARTA TAWIL

INVESTIGADORA EN EL COLMEX

ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX

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