Del fracking y otras historias (1 de 3)

Seguramente ha escuchado hablar en diferentes foros del “maldito” fracking, pero ¿conoce en realidad qué es?, ¿cómo funciona?, ¿qué tan cierto es lo que se dice a favor y en contra? Comencemos con una definición simplificada de la fractura o estimulación hidráulicas, es una técnica utilizada para poder extraer hidrocarburos (gas y petróleo) de yacimientos en el subsuelo que se ubican en general a más de 2 mil 500 metros de profundidad, la cual, consiste en la inyección a presión de un “coctel” de fluidos con el objeto de liberar hidrocarburos que se encuentran adheridos a formaciones rocosas, asociadas a las lutitas (Shale).

Dicho esto, la inyección de fluidos a presión al subsuelo como tal no es una actividad nueva ni prohibida en nuestro país, desde la segunda mitad del siglo pasado Pemex utiliza esta técnica para estimular los yacimientos convencionales maduros con el objetivo de extraer la mayor cantidad de hidrocarburos de éstos.

La clasificación de los tipos de yacimientos que tenemos en México son dos dependiendo del grado de complejidad para extraer; los convencionales, donde los recursos se distinguen por tener condiciones naturales que favorecen su extracción; y la segunda denominada no convencionales que necesitan la aplicación de técnicas especiales por la complejidad para acceder a los recursos por su profundidad o el estado en que se encuentran en el subsuelo, como las formaciones rocosas.

Hoy la mayoría de los recursos que extraemos en México proviene de los yacimientos convencionales, pero debemos enfrentar el hecho que estos cada día son más escasos y si pretendemos continuar como un país productor y exportador de petróleo, es necesario invertir en explorar y extraer de este otro tipo de yacimientos.

Para muestra los resultados de Pemex en el 2019 donde alcanzó su producción más baja en 40 años con tan sólo un promedio de 1.68 millones de barriles diarios. En contraste, el mejor ejemplo del potencial de los yacimientos de lutitas es EU, donde a partir de 2005 apostó de lleno por esta actividad pasando en aquel entonces de producir 4.5 millones de barriles de petróleo y gas a llegar a casi 11 millones en 2018 (60% de estos provenientes de yacimientos de lutitas), al grado que, de ser el principal consumidor de petróleo en el mundo hoy ya es exportador neto de ambos hidrocarburos.

La Agencia Internacional de Energía calcula que para 2023 Estados Unidos podría convertirse en el principal productor mundial de petróleo y gas, llegando a más de 17 millones de barriles diarios. Un dato relevante que pongo para su reflexión, si 6 de cada 10 barriles que se producen en Estados Unidos provienen del Shale (lutitas) y México importa alrededor del 70% de los combustibles que hoy consumimos de ese país, resulta paradójico prohibir la producción en estos yacimientos.

Poniendo el dato en contexto, se estima que México cuenta tan sólo en gas de lutitas con 545 billones de pies cúbicos, con lo cual se coloca como la sexta reserva más grande del mundo, con esto, se podría atender nuestra demanda de gas por los próximos 183 años.

Ahora bien, existen varios argumentos en contra de esta actividad, los cuales detallaré en la entrega de la próxima semana, sin embargo es necesario y urgente realizar un debate serio y documentado el cual debería de versar no sobre si prohibirla o permitirla, sino sobre cual sería la regulación óptima y las tecnologías permitidas, pues la realidad nos está rebasando; cada día que pasa producimos menos petróleo y gas, importamos más y en contraste, contamos con una de las reservas mundiales más grandes en este tipo de yacimientos.

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POR JORGE LAVALLE
JLM@ACCURACY.COM.MX
@JLAVALLEMAURY

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