A lo largo del siglo XX y las dos primeras décadas del siglo XXI los estudios en torno al funcionamiento del cerebro humano han generado resultados sorprendentes en la medicina y la biología, abriendo nuevas posibilidades para revolucionar y mejorar significativamente los procesos educativos. Desafortunadamente, mucho de lo que hoy se sabe del funcionamiento del cerebro y su proceso evolutivo en las diferentes especies animales, y particularmente de los mamíferos y antropoides, ha sido desconocido hasta ahora en la mayor parte de los sistemas educativos.
Quienes formamos parte del Instituto Latinoamericano de la Comunicación Educativa (ILCE) llevamos varios años estudiando el cerebro, de manera particular las posibilidades de aplicar tales estudios para mejorar los procesos de aprendizaje de niños y jóvenes, llegando a la conclusión de que la mayor parte de los problemas en la educación se deben, en buena medida, al desconocimiento del funcionamiento del cerebro en los procesos de aprendizaje. Un ejemplo: la creencia errónea de que las capacidades del cerebro son limitadas, y en algunos casos inexistentes, mientras que, en la realidad, el cerebro humano supera, con mucho, tales limitaciones.
Así, los maestros de educación básica se empeñan en lograr que sus estudiantes desarrollen su capacidad de memorización, obligándoles a memorizar nombres: de países, capitales, presidentes, entre otros. En realidad, la capacidad de memorización humana es inmensa, permitiendo recordar no sólo los nombres de personas que por alguna razón son de nuestro interés, sino también sus rostros y las imágenes de los lugares donde los conocimos. Y si algo no queda registrado en nuestra memoria, es porque nuestro cerebro no lo considera interesante.
Conociendo el interés del secretario de Educación, Esteban Moctezuma, por los temas relacionados con el rol del cerebro en la educación, y el desarrollo de las habilidades artísticas y de la adquisición de conocimientos, le hicimos una presentación de los resultados de nuestros estudios e investigaciones.
Recibimos de su parte la instrucción entusiasta de preparar un conjunto de cursos y talleres sobre este tema para su impartición a los profesores de educación básica y media superior, así como a los profesores y estudiantes de las Escuelas Normales, de manera que los conocimientos sobre el funcionamiento del cerebro en los procesos de aprendizaje constituyan un elemento esencial de la Nueva Escuela Mexicana. Ello ha sido motivo de entusiasmo para el personal de nuestro instituto, permitiéndonos desarrollar un conjunto de actividades orientadas a llevar nuestros conocimientos a los maestros, asesores tecnológicos, directores de escuelas y funcionarios educativos de todo el país, aprovechando las ventajas que hoy nos ofrecen las nuevas tecnologías del internet.
Como resultado, el ILCE está hoy en condiciones de ofrecer sus primeros cursos, talleres y diplomados sobre el funcionamiento del cerebro en los procesos de aprendizaje, a partir del semestre escolar que ahora inicia, proponiéndonos expandir nuestra capacidad actual para cubrir la demanda nacional y en los próximos ciclos escolares poderla llevar también a los países de Latinoamérica.
POR ENRIQUE CALDERÓN ALZATI
DIRECTOR GENERAL DEL ILCE
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