Durante el año 2019, el peso mexicano tuvo una ganancia de 4.12 por ciento en el tipo de cambio frente al dólar estadounidense, algo que celebro.
Sin embargo, a esta montaña rusa que nos subimos y que no queda más que intentar bajar sin mareos es a la que nos debemos enfocar.
Iniciemos un 2020 pensando en lo bueno, en cuanto a la materia económica en general el indicador es muy bueno.
Sin embargo, siempre estamos en una especie de montaña rusa cada que finaliza un año y luego nos volvemos a subir.
Ese mareo no es más que el impacto que tienen los incrementos en los precios de los bienes y servicios en nuestros bolsillos.
Ya sea que provengan de los efectos mundiales, o de las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump; del ex presidente de Bolivia, Evo Morales; de las negociaciones de los tratados comerciales o de la liberación del precio de la gasolina o el aumento en el precio del gas.
Razones todas perfectamente explicables desde la teoría económica.
Las alzas en los precios pueden responder a diversos factores internos o externos perfectamente identificados por las autoridades monetarias.
Quienes, dicho sea de paso, han realizado una gran labor en cuanto a cuidar los niveles en el indicador inflacionario por medio de las medidas que han tomado para su control.
Sin embargo, existen dos aspectos relevantes a su alrededor.
Primero, como vimos, la variable responde a diversas razones que puede rebasar la capacidad del gobierno.
Y segundo, no podemos descuidar el rostro social del aumento en los precios y, por ende, del consumo, quien es el componente más importante de la economía, pues actualmente representa 70 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).
Por ello, cualquier aumento en el nivel de precios impacta a la sociedad, a la que se debe el gobierno y la administración pública.
Así lo dicta nuestro actual modelo de administración pública o gobernanza.
En donde todos los actores públicos, privados, organizaciones y, en particular, el protagonismo ascendente de la sociedad, plantean nuevos retos y desafíos a la política y su administración.
Por ello, las alzas en los precios además de un indicador relevante en la economía, debe ser también en lo social.
Es decir, que al final, y lo que importa, es el impacto que tiene en la gente, la que vota, la que colabora con sus impuestos, la que genera riqueza, la que consume.
Aunque parezca una visión simplista de la realidad, en eso se resume toda la acción política y pública.
De no atender las demandas de una sociedad cada vez más dinámica, plural y exigente que se está expresando de diversas maneras, implicará otros costos más allá de los incrementos en los precios.
POR LUIS DAVID FERNÁNDEZ
ARAYA ECONOMISTA
@DRLUISDAVIDFER
eadp