Año nuevo, vida nueva

Abracemos el 2020. Si se le encara tradicionalmente, habrá propósitos sin cumplir y todo seguirá igual

A punto del Año Nuevo nos detenemos a evaluar todo lo que tenemos, pensando erróneamente que eso mismo es lo que somos y al voltear atrás vemos un horizonte oscuro, impenetrable.

Tal vez eso era lo que expresaba Dante al inicio de la Divina Comedia:

A mitad del camino de la vida, en una selva oscura me encontraba/ porque mi ruta había extraviado // ¡Cuán dura cosa es decir cuál era esta salvaje selva, áspera y fuerte/ que me vuelve el temor al pensamiento”.

 

¿Cuándo —se pregunta el poeta— se abandonó la senda verdadera para introducirse en esta otra, falsa, tan parecida a la muerte? ¿Quién nos juega esa mala pasada? Es el yo, el aborrecible yo del que habla Pascal quien así nos ha engañado. Y no es gratuito que no entendamos ni quiénes somos ni qué hacemos en el mundo. Las respuestas al inicio parecen escapársenos porque los instrumentos de pensamiento que usamos son los mismos que nos han extraviado del todo.

Hemos construido una vida exterior, que llamamos Yo y que nos identifica por lo exterior. Ahora debemos detenernos y mirar hacia adentro, a lo que Jung llamó el Sí-mismo.

El cambio de perspectiva requiere una modificación del método. El Yo opera por acumulación –de cosas, de percepciones, de identificaciones, de autoelogios o historias negativas—, el Sí-mismo por destilación, se trata ahora de quitarnos esas falsas capas que nos revisten, esos disfraces de identidad.

Santa Teresa lo sabía y creó su propio método, las Moradas, su vía mística para encontrar lo que se le había perdido.

Los sabios sufíes o el Patanjali que cifró para siempre los conocimientos del yoga, también buscaron transmitir esa sabiduría que puede alcanzar quien sabe que la vida es ya una progresión hacia la muerte.

Sin embargo el enemigo central de esta nueva etapa es potente, se llama resistencia. Vencerla es la tarea venidera. A mis casi 54 y he creído que se le doblega con esfuerzo, lo que no hace, sino fortalecerla. Ahora viene el aprendizaje verdadero, sólo deja de resistir quien deja ir.

Quien en lugar de luchar en contra se rinde, se entrega humildemente a la vida. Pero insisto, no puede ser difícil, porque eso no es más que alimento.

El experto en creatividad Mihaly Csikszentmihalyi llama a ese estado de entrega Flow, ¿Dejarse llevar por la corriente? Dije rendirse atrás y es una palabra que provoca resistencia. Digamos mejor abandonarse. Sólo quien así vive puede hacerlo plenamente, entregado a los vaivenes de la vida.

Abracemos el 2020. Si se le encara tradicionalmente, habrá una lista de propósitos de Año Nuevo que nunca se cumplirán y todo seguirá igual.

Si, en cambio, decide abandonarse, dejar de resistir, y se entrega a la vida, puedo asegurarle que empezará esa paulatina disolución del Yo que no lo ha dejado en paz todo este tiempo.

Como dice Félix de Azúa, el Yo es una entidad peligrosa, como no contiene nada, tiene que llenársele con algo. Aprendamos que el Yo no existe y decidamos abandonarnos. ¡Feliz Año Nuevo!

POR PEDRO ÁNGEL PALOU 

COLABORADOR 

@PEDROPALOU

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