Andrés Manuel López Obrador se preparó durante mucho tiempo para ser Presidente de México (18 años en campaña, por lo menos) mientras que Morena nunca se preparó para ser el partido en el poder.
Ésa es la explicación de la crisis que en este momento vive Movimiento Regeneración Nacional. No son uno ni dos los políticos que, dentro y fuera, encuentran en eso el origen de la más profunda división que vive el partido que llevó a López Obrador a Palacio Nacional en 2018.
Hablamos de un instituto que cumple con todas las de la ley, pero en la práctica ya dio muestra de que lo escrito es letra muerta.
Sus militantes y dirigentes carecen de una ideología. No queda claro si son de izquierda o de derecha. La mayoría de los hombres y mujeres que formaron su base y estructura provienen de corrientes políticas diversas.
A él llegaron panistas, priistas y perredistas resentidos con los sistemas políticos del pasado. Y cualquiera pensaría que eso es un atributo, pero no. En el pecado lleva la penitencia.
La diversidad los tiene sumidos en un problema que está a punto de convertirse en una crisis legal e institucional para el Presidente de la República.
Están más preocupados por construir el techo de la casa que por los cimientos, y tan endeble es la edificación que si AMLO se va, el partido quedará reducido a cenizas. Pero parece que no les importa. Todos quieren imponer su visión, y eso hace crecer la sensación de hastío entre el mexicano de a pie, aquellos ciudadanos que fincaron sus esperanzas en Morena.
Los morenistas están entrampados en una batalla campal, mientras miles de ciudadanos permanecen postrados en pasillos de clínicas y hospitales, en camas destartaladas, clamando por mejores servicios de salud.
Y el partido oficial hace poco para ayudarlos. Pero nada es eterno. En septiembre arranca el proceso electoral de cara a las intermedias de 2021 y ahí será donde seguramente pasarán la factura de todos los desatinos de un movimiento que todavía no aprende a ser partido político.
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Cuando alguien pregunta a los gobernadores del PRI cómo es su relación con el presidente de su partido, Alejandro Moreno Cárdenas, Alito, la repuesta es: ¿tenemos presidente? Lo ven completamente alejado de los temas de la coyuntura y sin una estrategia, ya no se diga frente al gobierno de AMLO, sino de cara a las elecciones intermedias del 2021. El proceso electoral arranca en ocho meses y el partido luce completamente desarticulado, al menos es lo que sienten los priistas de cepa.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “Tenía la ansiedad del principiante, pero también su incapacidad para imaginar lo que me esperaba”.
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POR ALFREDO GONZÁLEZ
ALFREDO.GONZALEZ@HERALDODEMEXICO.COM.MX
@ALFREDOLEZ
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